De la belleza del sexo a la vulgaridad. De la intimidad sexual a la patanería. ¿Es verdad lo que dice este hombre? el de la historia de los tres garrotazos , o es puro fantaseo, cuento, mentiras de su vulgar imaginación, Porqué él que lo hace no lo cuenta, lo disfruta, no es un logro, es disfrute. La mujer es nuestra dadora de alegría sexual. La virilidad masculina no se exhibe ni es un lucro es una complacencia de lo viril, del ser masculino, de nuestra hombría. No debemos vanagloriarnos de nuestras hazañas sexuales, porqué éstas solo deben servirnos para ser mejores amantes. Una mujer no es para uso ni abuso es para experimentar, vivir el gozo, sentirse bien con uno mismo, la alegría de hacer sentir feliz a la mujer amada.
A este individuo de dudosos méritos sexuales muy pronto se le acaba su cuarto de hora de fama y volverá a su vida de vueltas y vueltas, sin rumbo, entonces vivirá del recuerdo, de lo que hizo. No entiende o no entendió que el gozo es olvidar lo que pasó entre sabanas, para que haya la posibilidad que en otro momento, regrese con mayor placer y encanto.
Vivimos torturados por sobresalir sobre los demás, sentirnos destacados, tener fama es un drama en la sociedad actual. Es nuestra nueva esclavitud. No somos nada si no somos famosos, obligadamente hay que destacarse y este individuo del historio de los “tres garrotazos” es reflejo de lo que vivimos. Una intimidad consagrada a lo público. No valen para destacar los actos sexuales normales ni la ternura y lo sutil, verdadero poder del sexo.Para tener fama, reconocimiento, hay que ser exagerados, vulgares, más que otros, así, tener el pene más grande es “un gran talento”, en mujeres tener senos prominentes es más sexi. Es decir con lo normal no podemos ser felices, íntegros ni gozar los dones de la sexualidad.
Esa relación que existe entre realización humana y sexualidad se ha perdido para fijarnos más en el gusto de las formas. Por Dios, por eso tantos divorcios, tanta eyaculación precoz, tanta frigidez, tanta inseguridad. Estoy seguro que muchos individuos querrán imitar el cuento de los tres garrotazos y al no poderlo, porque el sexo requiere tranquilidad, no competencia, entrega no exhibicionismo.
El sexo es juego no rigidez ni creerse superman ni hombre araña, sino ser uno mismo, amando, dejándose amar, dar, recibir, estar despiertos a las miles de sensaciones que aparecen despertando la sutilidad de la sexualidad, su fragancia, su inolvidable presencia, libertad. En el sexo hay libertad, identidad, fuego, agua, rocas deslizándose por ríos de leche y miel. Uno en el sexo es el todo y no vive para contarlo sino para vivirlo, para enriquecer su presencia en la vida. El sexo le pertenece a la vida no al escándalo.