21 noviembre, 2024

Palo Santo

Una de las tradiciones que se han perdido como resultado del olvido, son los baños con esencias naturales que antiguamente nos solíamos hacer para aromatizar el cuerpo, suavizarlo o simplemente porque se sentía rico. Eran baños con flores, frutas, especies, es decir de la variedad que la imaginación y el gusto nos otorgaba. Eran muy comunes pues resultaban baratos, cómodos y muy agradables.

Al prepararlos no se pensaba en la buena suerte o en algún sortilegio sino en lo rico que otorga la sensación de un cuerpo limpio recién bañado. Esta sana costumbre incluía la tarea de ahumar la casa con palo santo ya sea para espantar mosquitos, malas vibraciones o demonios imaginarios pero principalmente para auspiciar un ambiente limpio dentro del hogar. Era la práctica de los aromas naturales para crear ambientes de armonías, de equilibrio que animen nuestra calidad de vida y cultiven la paz, la tranquilidad. Recuerdo muy bien, la tarea de mi madre de ahumar la casa con palo santo, hojas de naranja y canela todo eso hirviendo sobre brasas de carbón encendido que al quemarse hacía brotar humo aromático, fragante que poco a poco inundaba la casa, las paredes, las esquinas, los huecos, protegía los tesoros y disolvía las sinrazones. Luego de la limpieza satisfacía tomarse una siesta hasta el día siguiente.

Un ambiente agradable y dulce promueve nuevas emociones, pensamientos más positivos, uno observa la armonía afuera para tenerla dentro de uno mismo también. Es el poder de las esencias que se ha extendido para crear nuevas artes y destrezas como la aromaterapia, flores de Bach y otras prácticas conocidas. De las prácticas ancestrales que hasta ahora persisten está el uso del famoso y querido palo santo, cuya madera perfumadisima es sumamente conocida y apreciada. El árbol de palo santo es de origen milenario, era abundante en toda la costa, ahora en peligro de extinción por su tala indiscriminada. Es conocido que en Puerto López, Manabí existe una empresa dirigida por un ciudadano italiano que produce desde aceite de palo santo hasta jabones, perfumes, champús, inciensos, estos productos han tenido buenas ventas en mercados internacionales.

Quemar palo en invierno es común para espantar mosquitos. Pero ahora descubra que hervir agua con algunos trozos de su olorosa madera resulta benefactor para darse un baño extraordinario para relajar el cuerpo, eliminar dolores estomacales, limpiar la piel, el cabello y mantener el cuerpo perfumado. Simplemente hervir lo que usted necesite de agua con palo santo, dejar que se enfrié aromatizando todo el ambiente y luego echárselo encima obteniendo una ducha de muchos beneficios corporales y emocionales. Disfrutará de su fragancia, su perfumado olor, su rica emanación. Un amigo que recientemente vino de Europa me indico que una fundita que aquí podemos comprar por cincuenta centavos de dólar allá puede llegar a costar hasta veinte dólares; así que aprovechar el palo santo para darse un buen baño, para perfumar la casa, usar su aceite para las manos, la cabeza, en definitiva para apreciar la naturaleza y aprovechar sus dones.

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Por los Padres (I)

Theo

Los que tenemos la suerte de a los casi 70 años, conservar a nuestro padre, podemos manifestar la alegría de contar, no sólo con su sus consejos, con su cariño y con la alegría de estar a su lado, sino además la satisfacción de sentir como nuestra vida se siente completa, por los recuerdos de sus amigos, por la alegría de nuestros hijos y nietos (y algunos, incluso, bisnietos), y por los recuerdos vividos, por las historias ancestrales, por las anécdotas de los tiempos idos.

Quiero, en homenaje a ellos, a esos padres de hace ya algunas generaciones, poner aquí unos versos que pueden traer nostalgia y pueden hacernos recordar tanto los años de infancia, como la época de nuestros inicios en la dura tarea de educar a nuestros hijos (que, al menos hablando por mí, delegamos a la mujer que llenó nuestra vida y que gracias a ella, nuestros hijos son lo que son: hombres y mujeres de bien, hombres que miran al futuro, no con ojos de incertidumbre, sino con mirada de decisión. Quiera Dios que nuestros hijos puedan llenar sus vidas como la pudimos llenar nosotros, con amor, con fe, con coraje y decisión, con honestidad, con respeto a los demás, con la frente alta y limpia y sobre todo, con amor a Dios y humildad.

¿Sociedad al filo del precipicio?

No es sorpresa para nadie el escuchar este tipo de títulos, es más, tal vez nos hayamos acostumbrado tanto a hacerlo que ya no nos alarmamos. El tema es tan frecuente que lo vemos a diario y es así como poco a poco hemos ido moldeando nuestra aceptación sobre tan crucial hecho y con vergüenza admito haber permitido que en momentos, estas actitudes, tampoco me quiten el sueño, sin embargo me arrepiento y motivo fuertemente el cambio de actitud ante la sabiduría, irresponsabilidad, sapada, falta de principios y educación, porque somos responsables del futuro de nuestra sociedad.

Nuestros hijos se han acostumbrado a evadir las normativas de orden como son hacer fila, esperar un espacio disponible para cambiar de carril y no forzarlo como es normal verlo todos los días en las calles de Guayaquil; inventar excusas no es una forma de zafarnos de un problema sino más bien una manera de evadir consecuencias; hablar de alguien a sus espaldas no es una forma chévere de demostrarnos ante nuestros amigos sino una falta de hombría y caballerosidad… En fin, el mundo está cambiando, pero nuestra manera de ser no tiene por qué hacerlo. Somos responsables de adaptarnos, pero no de mutilar los principios básicos del convivir en comunidad.
Ya no es normal ver a un chico abrirle una puerta a una señora y peor aún ver que un caballero se pare a halarle la silla a una dama para que se siente. Recordemos que la educación no solo se basa en textos, pero también en las buenas costumbres y el ejemplo.

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