Es muy loable la actitud del Gobierno al preocuparse de los grupos marginados, de los discapacitados, de la salud y la educación, del “Sumac Kawsay” de todos los ecuatorianos. La desorganización en el tema de los Gobiernos anteriores, impidió que exista una política coherente sobre el tema anteriormente.
“Fácil es decir, lo difícil es hacer”, decía sabiamente el Dr. Leopoldo Izquieta Pérez cuando fue Ministro de Salud. Pero creo que debemos ir aún más lejos: No es necesario solamente hacer, es necesario también dejar hacer. Si alguien quiere aportar en bien de los pobres, de los marginados, de los que menos tienen, ¡Bienvenido sea! Sea amigo o enemigo. No importa su ideología. La marginalidad no debe tener discriminaciones. Así como debemos ayudar al pobre sea o no de nuestro grupo político, si la ayuda viene de alguien que no es de nuestro grupo, debe ser también bien recibida.
¿De cuándo acá no puedo tener tanto los beneficios del Gobierno por mis buenas notas como la ayuda de mi Gobierno local por las mismas circunstancias? ¿Es que lo uno anula a lo otro? El buen estudiante tiene el derecho a ser premiado por ambas Instituciones y no lo puedo juzgar enemigo del Gobierno por vivir el Guayaquil y ser acreedor a un premio también del Municipio local, sea o no sea de tal o cual partido político. La excelencia no viene de los partidos políticos, sino del esfuerzo personal de cada uno de los estudiantes. El derecho a la libre expresión es de todos los ecuatorianos. Yo tengo derecho a pensar en forma diferente y a expresarme, por supuesto, con respeto, en contra de la posición de otro. Nadie tiene derecho a impedir que yo piense en tal forma, así como yo no tengo derecho a impedir que otro piense en forma contraria. Es más, mi derecho termina donde empieza el de los demás y viceversa. El respeto es la base del buen vivir. Nada puede ser impuesto. Hace pocos días escuché por la radio a alguien que se expresaba en contra del Monumento a León Febres Cordero y creía que tenía el derecho de decidir que no se coloque. Este tipo de actitud represiva al sentimiento de los otros, es absurda y antidemocrática. A mi parecer, el Ché Guevara, puede haber sido un vulgar asesino y eso no me da derecho a impedir que, si un Gobierno decide hacerle un monumento, se lo haga. Allá los que resolvieron que sus virtudes lo merecían.
El respeto es la base para la confraternidad. Si alguno considera que alguien no es digno de tal o cual homenaje, respete a los que lo piden. El tiempo se ocupará de demostrar quien tuvo o no la razón. Enfrentar a ecuatorianos por ideologías es propio de gente irracional e intolerante.