Todos los días oigo gente que se queja de la forma como se nos está manejando económicamente. Todos los gremios están en contra de las pretensiones financieras del régimen.
Los maestros están contrarios a que sus fondos sean manejados por el estado.
Los empleados de Claro están en contra de que el ejecutivo se les lleve el veinte y siete por ciento de sus utilidades.
Ahora para hacer una compra de cincuenta dólares se debe pagar un impuesto de cuarenta y dos dólares.
Del dinero que recaudan los equipos de fútbol por concepto de taquilla, el cuarenta y dos por ciento se lo lleva el estado.
Los automóviles pagan casi el cincuenta por ciento por concepto de aranceles.
El efectivo que había en el seguro y la famosa deuda del gobierno tiene, se han convertido en un gracioso manejo entre quién debe la plata y quién no la puede cobrar.
Ahora se paga impuestos en el aeropuerto a criterio de los inspectores.
Hoy se pretende crear una absurda junta de regulación y control económico que ni siquiera tiene personería jurídica y es la evidente muestra del totalitarismo económico que a través de esta nueva institución, se hará con el manejo de todas las actividades monetarias del país.
Sin embargo todo este record en la recaudación de impuestos se esfuma como la espuma. La comisión de fiscalización no fiscaliza y hasta hoy no existe ni un solo acto de corrupción que haya sido sancionado. Esta impunidad es la que ha creado una nueva casta de millonarios cuya meta irrenunciable es la de jamás soltar a la vaca de las ubres llenas.
Todo este plan impuestero se da porque los implicados en reclamar cada una de las arremetidas económicas, temen que se los persiga y por eso se acogen al silencio cómplice de la cobardía ocasionada por el miedo. Me imagino que los trabajadores de Claro están contra la medida, pero para no quedarse sin empleo, no protestarán contra ella. Este abuso es casi un despido intempestivo, ya que las conquistas económicas de un empleado no pueden tocarse, porque constituyen un derecho irrenunciable de los trabajadores.
El derroche incontrolable del dinero es lo que mueve al régimen para que cada día invente más impuestos para que sean pagados por los de la clase media para arriba. Mientras nos extorsionan con más tributos, también crece el número de beneficiados del subsidio al bono solidario. En otras palabras, el uso demagógico del dinero es el que le permite mantener contenta a la clientela electoral para una nueva elección.
La gente honesta que trabaja está fregada. Los que están felices son los desempleados subsidiados que perciben dinero sin tener que trabajar. Deberían regalar menos dinero y generar más fuentes de trabajo.
La falsa estabilidad económica que tenemos no se debe a la maravillosa gestión de las autoridades financieras. Esta aparente calma se debe al alto precio del petróleo. Sin embargo es tan enorme el despilfarro, que el déficit fiscal crece cada día y es la verdadera razón de la metida de la mano al bolsillo ciudadano.
Estamos hipotecados con China. Vivimos en la patria de los impuestos y las leyes. Todos los días hay una nueva prohibición.
La denuncia es el arma gubernamental que utilizan los que tienen el poder para dividir a la sociedad. En la publicidad se incentiva a la población para que denuncie a todo el que no acate la ley.
Esto ya pasó en la Alemania de Hitler con la Gestapo.
Esto ya se dio con las brigadas barriales en la Cuba de Castro.
Esto ya sucedió con la KGB en Rusia.
Cada vecino era un espía. Toda la población se volvió paranoide por el miedo. Los vecinos dejaron de hablarse; no compartían entre ellos, se convirtieron en espías de todos los demás. En cualquier momento se podía denunciar a un amigo. El pueblo se volvió sumiso, temeroso y desconfiado. La dictadura solo dura mientras el miedo lo permita. El temor transforma a la gente; la vuelve desconfiada, temerosa y cobarde. Los espías del régimen son los que causan la disgregación de la sociedad. Tener en cada conocido un posible delator, transforma a la solidaridad ciudadana en paranoia, desconfianza y mutismo.
Esta enajenación de nuestro normal vivir; se tiene que acabar. Tarde o temprano el pueblo vencerá el miedo y volverá la paz.
No hay tiranía que dure cien años, ni sociedad miedosa que la pueda resistir…
Magníficos comentarios…. especialmente el que describe el miedo como sustentador de la tiranía… espero que Uds. puedan incrementar la difusión de la columna para aumentar la conciencia ciudadana…. Felicitaciones !!!
Concuerdo con todo lo expresado en su artículo; excepto que si la economía se sostiene a medias, es debido a nuestro uso del dólar. Es la dolarización la que mis ha permitido hasta ahora mantener la cabeza fuera del agua. Este régimen dictatorial está podrido por dentro. Hemos retrocedido 70 años. Todas las luchas obreras han sido borradas de un codazo. También se le olvidó incluir a los ricos y a los funcionarios comedidos que se han enriquecido mucho más con este régimen. Ni hablar de las pérdidas de moral -estamos gangrenados por el narcotráfico de Estado- y de nuestras libertades. Hemos perdido todo. Tal vez era necesario pasar por esta catástrofe, para reconocer que antes estamos mil veces mejor. Estos nuevos príncipes eran los encargados de derribar gobiernos. ¡Cómo extraño a Lucio, Palacios y hasta al general Bombita. Hemos caído bien bajo.
Pero mientras las fuerzas armadas se deban a Alianza país y no al Ecuador, perder el miedo sería enfrentarnos a ellas que tienen las armas, a menos que la oficialidad deje de apoyar a la jerarquía comprometida con la dictadura. Deben respetar al pueblo obedeciendo lo que les manda el artículo 158 de la prostitución que nos rige.