Recuerdo una noche de tormenta, con rayos, truenos y centellas. Se había ido la luz. En el viejo hospital del pueblo, situado en lo alto de la colina, los internos o médicos aún no graduados, la jefa de los médicos graduados también de los no graduados y de todos los demás; de las enfermeras y del conserje, conversábamos sobre temas irrelevantes, cuando alguien tocó la puerta del hospital que había sido cerrada por seguridad.
Era un borracho conocido. Antes, en varias ocasiones fue atendido en el hospital, por los síntomas producto de su alcoholismo. Ahora llegaba como un fantasma en medio de la tormenta y de la oscuridad. Tengo un dolor terrible en la boca del estómago, gemía. Necesito ayuda. El hombre apestaba a diablos. Vomitaba como un descosido. Llévenlo a la emergencia, dijo alguien. No hay como atenderlo, apesta demasiado. Bueno, déjenlo ahí, a ver si se le pasa la borrachera, al menos hasta que llegue la luz. Llegó la luz. Prendan el aire acondicionado de la emergencia, para que el mal olor se vaya un poco. Sería mejor que la enfermera lo vaya aseando para poderle dar atención al borracho, dijo alguien más. La enfermera dijo: ¡no, apesta! El hedor es insoportable. Algún interno se acercó al borracho, lo miro, le tomó el pulso y le colocó un suero.
Luego seguimos con la conversación. Esperando que escampara la lluvia, que amaneciera, sin más novedades que la del borracho.
Todo esto había ocurrido entre las once de la noche y las cinco de la mañana. Justamente, cuando al ver amanecer el día, alguien se acordó del borracho de la emergencia. Vamos a ver al borracho, le prendieron el aire acondicionado, se ha de haber congelado el pobre, ¡con ese frío! Si es así, bien merecido se lo tiene, ¡por borracho! Vayan, vayan a ver. Abrimos la puerta, ahí seguía el borracho de la emergencia con sus manos apretadas contra el abdomen. Bañado en sangre, su propia sangre, la que había salido o de una úlcera perforada dentro de su estómago, o de su páncreas que actúo cual puñalada fulminante.
Aquello que le causó tan fuerte dolor, y que lo hizo llegar a pedir ayuda al hospital, en lo alto de la colina, en una fría noche de lluvia, cuando toda la ciudad se había quedado sin luz eléctrica. La sangre había sido vomitada por la boca, mientras él, que había caído de la camilla, estaba acostado boca abajo sobre el piso frío. Había muerto.
¡Ay el borracho! Que lo pongan otra vez en la camilla. ¿Tendrá familiares? Limpien al borracho y avisen a la morgue. Se murió. Úlcera perforada por excesiva ingesta de alcohol. No, no, paro cardio-respiratorio. Se hizo lo que se pudo, y eso que llegó de noche, con tremenda tormenta y encima, se fue la luz.
Horrible relato. Espeluznante. Se trata de un crimen. Ese «borracho» era un ser humano y tenía derecho a la vida. ¿Y el juramento de Hipocrates señora? Galeno se revolcaría en su tumba si viera lo que hacen los indolentes médicos y aspirantes a médicos ecuatorianos. Su compromiso era de salvarlo, no de juzgarlo y peor perjudicar lo. Triste relato.
Si, así pasa, t no es comercial de Ecuavisa.
Eso sigue y seguirá pasando en nuestro país hasta que, la universidades y todo el sistema educativo se de cuenta que más que conocimientos lo que forma al individuo en el humanismo. Si, el amar al prójimo compo a tí mismo no solo es de iglesia, es de la vida misma. Entendamoslo y dejemos de ser lovos del propio hombre.
Y…. que paso? Esta publicacion pareceria que esta incompleta.
Peores cosas se supieran si tuviéramos una prensa investigadora que revele lo que pasa «casa adentro» en las unidades de salud. Pero como es peligroso hablar destapando la olla de grillos, quienes conocen de estas iniquidades callan por temor al reelegible.
Solo aspiramos que algún día el pueblo conozca todas las verdades para saber quién es quién, y no cuestión de propaganda que hace ver todo bonito y echar tierra sobre la cruel realidad.
Estoy de acuerdo con Patricio Delgado. La historia no termino allí. Me pregunto, si esta experiencia y «se hizo lo que se pudo» dejo huellas en los que estuvieron esa noche en el hospital del pueblo. Aquel hombre enfermo llego a tocar la puerta pensando recibir ayuda de doctores que hacen un juramento pero que pocos lo recuerdan.
Creo que se trata de adivine el personaje, por lo que mi me toca ni idea.
No se dan cuenta que solo es un relato….de literatura…
Lo triste es que estos acontecimientos seguiran sucediendo en nuestro pais mientras no se Forme Integralmente al ser humano, al individuo aspirante a profesional de la medicina mas aun. La base de todo es la Educacion Integral desde la Escuela, somos el resultado de un sistema Bestial que solo quiere la satisfaccion de nuestras necesidades sin importar a quien hagamos dano. Si el llamado Borracho hubiera sido de dinero, entrando lo banaban y le ponian suero seguramente, sin embargo son taras de nuestra sociedad, por ello hay que apoyar todo esfuerzo encaminado a Formar al hombre, sea enfocado desde el ambito publico o particular, que podamos esperar que en unas decadas estos episodios ya no se repitan, entonces apoyemos todos el cambio de mentalidad y de comportamiento desde los mas pequenos, desde las escuelas iniciales, es la unica manera de que no tengamos en el futuro profesionales de la medicina que solo vean el interes mercantil y que atropellen aun a indefensos seres por nacer.