Ya han pasado más de siete años y creo que tengo ya la fortaleza para hablar sobre ese mal entendido amigo, al que consideramos enemigo, cuya sombra de destrucción amenaza con destruirnos como seres humanos, como familia, como sociedad y como hijos de Dios.
He visto caer, víctima de ella, a mucha gente amiga, mucha gente maravillosa, personas que han llenado mi vida. Yo mismo he tenido encuentros cara a cara con la enfermedad,
En 1998, publiqué un artículo sobre lo que el cáncer no puede hacer, basado en un escrito que tenía un paciente en el Swedish Hospital en Seattle, Wa., USA., que se iniciaba diciendo : El cáncer es una enfermedad tan insignificante, que no puede: “ y describía varias verdades sobre esta dura enfermedad.
En agosto de éste año, se cumplieron diez años desde que me diagnosticaron el cáncer de esófago, pero no quiero ahora hablar de él, ni de las metástasis que se me detectaron en ese entonces, sino del cáncer que segó la mitad de mi vida un año después, el de mi esposa, quien fue mi salvadora en esos duros momentos, pese a su estado deplorable por las metástasis del cáncer que segó su vida.
Mucho se ha escrito sobre el cáncer que afecta a la persona, pero poco se ha hablado sobre el dolor del jardinero que ve morir la flor en su jardín, pese todos los esfuerzos por salvarla.
Fue un verdadero vía crucis aceptar la dureza del destino, pero la resignación y la paz interior, son la base del amor y del perdón, que nos llevan a la reconciliación con Dios, con el mundo y con la vida.
Aceptar la voluntad de Dios, comprender que toda lucha tiene un vencedor, que a veces es uno y a veces no, saber que hay que luchar y que quien lucha tiene que hacerlo con valentía y optimismo (quien no espera vencer, ya está vencido) y aceptar que la muerte es el fin del camino de todo ser viviente, son la base de la victoria.
El recuerdo del ser amado perdurará en la mente de los que quedan en este mundo. Recuerdos maravillosos de los momentos pasados, nos permiten seguir viviendo y amando, Por eso le repetía contantemente: “Ni el cáncer, ni la muerte, pueden apagar la música que hay en ti.”
Querido Doctor, que hermosos pensamientos.
Un gran abrazo!
Querido José Fernando, hace unos días tuve la oportunidad de leer este artículo tuyo y me sentí realmente conmovida. No solo por tu dolor y el de tu esposa al vivir momentos tan difíciles, con los que me identifiqué al perder por el cáncer a mi esposo de solo 35 años, pero lo que mas me impresionó y me impresiona hoy que lo releo, es la fortaleza que describes y la fuerza y la esperanza que trasmites a quienes te lean con palabras tan maravillosas y sabias como estas:»Aceptar la voluntad de Dios, comprender que toda lucha tiene un vencedor, que a veces es uno y a veces no, saber que hay que luchar y que quien lucha tiene que hacerlo con valentía y optimismo (quien no espera vencer, ya está vencido)…»
Gracias por esa bondad de compartir tu aliento. Un abrazo.
Un sentido abrazo, mi querido José Fernando, realmente conmovedor tu artículo.
Quienes hemos atravesado situaciones similares de afección de cáncer, podemos comprender la dura realidad de los pacientes de cáncer, solo que Dios, a unos nos da el milagroso toque de seguir viviendo, mientras que a otros decide llevárselos. Pero en todo caso, puedo asegurar con firmeza que superar tan letal enfermedad es cuestión de actitud y fuerza mental, positivismo y mucha fé. Yo me aferro a la esperanza de vivir todo el tiempo que Dios disponga, pero ……. me siento bien ….. soportando las secuelas de la quimioterapia y radioterapia, pero, estoy vivo.