Investigación y Aprendizaje. No para congraciarse con los esnobistas impulsados por la neurosis mercantil del consumismo… La investigación, que históricamente siempre ha estado presente, hoy prima como un conjunto de especificidades en tanto el objetivo de su realización. Cualesquiera que sean las características que distingan una universidad o centro de estudios superiores debe concretar la investigación como base de su nivel académico. Investigación operativa institucional vía proyectos y enseñanza de procedimientos de la misma de acuerdo a las profesiones. Sean los trabajos teóricos o experimentales, la introducción o prolegómeno del proceso investigativo, para obtener coherencia en los resultados, responde, previamente, a cuestionamientos inherentes a su naturaleza. Es que antes que nada hay que determinar para qué, por qué, las condiciones, el sentido de hacerlo, las posibilidades negativas o positivas de los efectos, la calidad o valor de los recursos… En buen romance, el problema debe ser captado a través de la puesta en marcha investigativa, por aplicación, de ciertos saberes que bien pueden ser definidos de didáctico pedagógicos, involucrados en una unidad establecida como Investigación Formativa.
Entre otros, los más importantes son: 1. Saber observar, 2. Saber desaprender, 3. Saber receptar, 4. Saber definir, 5. Saber sistematizar, 6. Saber diagnosticar, 7. Saber predecir.
1. Saber observar. Implica hacer de la atención una guía de especificidad de lo que puede, quiere o deba captarse. Rara vez, eso sí, dicha captación está libre de contextos vinculantes. Las vivencias sociales y propias, con sus respectivos juicios de valor, en ocasiones convertidos en prejuicios y fetiches, no permiten ver, lo individual, personal y establecer las distancias de lo colectivo y masificado. Observar, en gran medida, es saber distinguir, y (separar a tiempo), el grano de la paja. Toda observación implica un proceso encadenado de filtros hasta la captación cognoscente definitiva
2. Saber desaprender. De cualquier manera que sea, todo conocimiento tiene un tiempo de vida útil, que está en función de las necesidades del hábitat socio cultural al que se pertenece. El desaprender pertenece a este momento. ¿Tiene algún valor seguir en el aprendizaje de eventos que dejaron de ser válidos? Decir no!, y en el instante adecuado, a los valores, preceptos y normas de un pretérito, que ya no promueve nada hoy es optimizar el verdadero conocimiento. Para conseguir, por eso, un nuevo conocimiento capaz de promover una convivencia coherente con la realidad actuante, hay que aprender a desaprender…
3. Saber receptar. Todo informa. Pero cada información de acuerdo a la fuente, las circunstancias, las condiciones, las formas conductuales es diferente, aun con un mismo contenido. Por eso la importancia de saber receptar. Sea a través de las percepciones sensoriales o a través de las disposiciones y manejo de valoraciones previas Saber receptar, entonces, es cuestión de grado en que intervienen también las necesidades y los intereses.
4. Saber definir. Conocer el significado de lo que se busca es prefigurar su posible definición. Y esta definición es importante en tanto determina los acercamientos a las limitaciones del conocimiento. Pues cada conocimiento implica una razón de ser, una expresión de encuentros y desencuentros, apertura y cierre de aprendizajes… La definición de las cosas da paso a una comprensión más evidente de su significado, lo que hace más sugerente su recepción. Las características y propiedades de la cosa en sí son, en general, en tanto la configuración de su estructura, el núcleo de su definición.
5. Saber sistematizar. Sin sistematización no hay conocimiento coherente. En la incoherencia, desde luego, el caos es inevitable. Toda ciencia reclama, antes que nada, sistematización para expresarse. La sistematización cumple con la organización, según uno u otro criterio de especificaciones respecto a características, contenidos, propiedades, de distribución, localización y definición de acuerdo a una lógica de comprensión del todo.
6. Saber diagnosticar. El diagnóstico permite establecer las condiciones en que el acceso al objeto de estudio es posible. O sea, aclara, abre las puertas al reconocimiento de los referentes que integran, en relación, el problema en sí. Estos síntomas o referentes de comprensión, son indicadores relativos sobre la situación del evento en estudio, que ofrecen un resultado por cruzamiento, confrontación y comparatividad. Eso sí, no hay diagnóstico concluyente, terminante y absoluto. Pues el error (de contenido, de captación, de formulación, de análisis) siempre está presente.
7. Saber pronosticar. O hacer prognosis. Que es lo mismo que determinar lo que puede ocurrir o suceder con la proyección de los resultados obtenidos desde un diagnóstico. Pero siempre como probable. Jamás como algo definitivo y sin vuelta atrás. Es simplemente solo un enunciado con carácter de una posibilidad de realización efectiva, más o menos segura, siempre y cuando se cumplan momentos o instancias expresas y muy concretas. Pertenece no a la categoría de emotividades, sino a una lógica de racionalidad.
Este conocer, aquí más o menos detallado en ciertos saberes, por mi experiencia verdaderos PORTALES de la investigación, resume, lo sustancial de la Investigación Formativa en la Educación Superior.