Todos los alimentos son perecibles. Unos antes que otros.
El banano es una de las frutas más perecibles, por eso hay que cortarlo, empacarlo y enviarlo cuando aún está verde, de modo que pueda llegar a los mercados de su destino aún verde, para que llegue recién maduro al consumidor. Si se cortara maduro, ya llegaría podrido, es decir corrupto al mercado. No se podría vender y peor, comer.
Por este motivo, los productos en general, tienen una fecha de fabricación y una fecha de expiración, tal como tienen todas las cosas que deben durar un tiempo nomás y no eternamente.
Esta ley se registra igual para muchas cosas en la vida, y debe regir para todo lo perecible, como por ejemplo, los Gobiernos. Vemos en el mundo como todos los países tienen sus Gobernante, incluso los reinos. Inglaterra tiene su Primer Ministro, electo por el pueblo, lo mismo España, y todos los otros reinos. Los países que tienen Dictadores o Presidente de por vida, o incluso por herencia de cargo, son países que viven en la miseria y que a la larga se rebelan y tienen guerras civiles, como estamos viendo en el país hermano de Venezuela.
La solidaridad no debe ir más allá de lo que su palabra indica. Defender lo indefendible, es pasar de solidaridad a complicidad, lo cual es totalmente diferente. El Gobierno ecuatoriano se encuentra en un verdadero dilema porque la actuación de Maduro está rebasando los límites de la prudencia y poniendo al pueblo venezolano al borde de una matanza entre hermanos.
Una fruta madura, en poco tiempo se pudre y se corrompe y esa putrefacción afecta casi enseguida a las otras frutas que se encuentran en el saco, y en poco tiempo el saco estero estará podrido y habrá que desecharlo.
Nuestro Gobierno ha logrado muchas cosas, pero aún falta mucho que hacer. La semilla ya está regada ahora hay que dejarla crecer. No conviene, con tan poco crecimiento de la semilla, echar mata maleza, pues vamos a matar a las plantas buenas en germinación. Es preferible arriesgarse a que venga un cambio y no matar lo realizado.
No sigamos el ejemplo de Venezuela que a lo único que nos llevará es a destruir lo realizado. Permitamos elecciones limpias. El mismo pueblo garantizará la continuidad de la revolución y permitirá que se asienten los cambios democráticamente, sin perennidades que destruyan la democracia.
…Y ayudemos a restaurar la democracia en el país de nuestros hermanos venezolanos
La metáfora utilizada por el Sr. Gómez es tan simple pero tan clara de entender, que no deja lugar para llegar a la única conclusión posible para nuestro caso específico (el ecuatoriano). Convengo plenamente con el Sr. Gómez, que no debería darse una reelección presidencial perenne, como se pretende, por la corrupción y podredumbre social que ello implicaría. Felicitaciones por el escrito.
Patricio Triviño.