21 noviembre, 2024

Juventud divino tesoro

Cuando eres joven crees que todo lo puedes, crees que siempre tienes la razón, piensas que los adultos no entienden nada, que ellos vivieron un mundo limitado y no saben todo lo que tú sabes.

Cuando yo era joven también tenía planes, proyectos, sueños (alcanzables e inalcanzables), creía que siempre tenía la razón, me gustaba tenerla y me gustaba dejar a la gente callada. Me sabía inteligente y “pilas”.

Y el Señor me miró con amor y paciencia… y se quedó cerca para que el golpe no resultara demasiado fuerte. Mi prepotencia se estrelló con varios escollos que me permitieron conseguir distintos aprendizajes:

1. Hay que ser inteligente y pilas, pero también hay que trabajar duro, todos los días, para conseguir resultados.

2. No soy más pilas que nadie, ni tengo la razón más que nadie. Solo tengo mi historia y mi manera de mirar la vida. He llegado a mis conclusiones y no hay fundamento para que todos los que conozco deban pensar igual que yo.

3. Los extrovertidos no somos mejores que los introvertidos. Solo hablamos más, y también nos exponemos más. Todos tenemos fortalezas y debilidades.

4. Mi religión no me hace más buena que nadie. He conocido agnósticos y ateos con un gran corazón y valores admirables… y católicos penosamente soberbios (yo misma).

5. Sin embargo, la fe en Dios, la espiritualidad, y la posibilidad de convertir las creencias religiosas en autoeducación, autorreflexión, proceso de mejora y camino para amar más, y mejor, componen mi verdad. El catolicismo funciona para mí y no puedo imponérselo a nadie, solo vivirlo y esperar que eso ayude a otros.

6. No estoy en capacidad para diseñar la vida de nadie, ni siquiera la mía, menos la de mis hijos. Solamente puedo esforzarme por entregar lo mejor y aceptar los resultados.

7. No se puede evitar el dolor, ni el propio, ni el de nuestros seres más queridos. Cuando llega se pone a prueba nuestra verdadera nobleza. No siempre seré noble, a veces me avergonzaré de mí misma.

8. Juzgar no sirve de nada, ni a mí misma, ni a los que me rodean, pues solo soy responsable de mi metro cuadrado, y de mis propias acciones positivas y negativas.

9. El enojo y el malgenio son veneno para toda relación y muy malos ingredientes en la vida familiar. Empecemos los días agradeciendo por lo que tenemos y sintiéndonos felices con lo que somos.

10. Nada reemplaza al autoconocimiento. El paquete trae virtudes y defectos. Mostremos con alegría nuestras fortalezas y aceptemos nuestras debilidades. Solo se puede controlar lo que se conoce.

11. El perdón, la compasión, la empatía, y el cariño sincero, expresado sin reparos, son irremplazables.

Empecé esta columna diciendo que la juventud es un divino tesoro, sí, porque es el tiempo para soñar, enmendar, construir, planificar y rectificar. Por eso los adultos debemos ser muy generosos con TODOS los jóvenes; con los que usan aretes y se tatúan, con los que escuchan rock pesado y los que odian el colegio, con los que son irreverentes y con los extremadamente rebeldes… con todos los jóvenes. Ellos nos están mirando y aprenden de nosotros a recibir los golpes, a ser amables y cercanos; ellos solo esperan ser escuchados y aceptados, y necesitan vernos cometer errores para enmendarlos.

Los adultos tenemos una responsabilidad con los jóvenes y no podemos esperar que sean unos adultos con menos edad, o una versión mejorada de nosotros mismos. Ellos son ellos, están escribiendo su historia, con errores, tal como nosotros lo hicimos; pero podremos ahorrarles alguna que otra caída si los respetamos de verdad.

Por último, sí mantengo mis sueños y planes. Planeo aprender a amar cada día un poco más.

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1 comentario

  1. No tiene importancia quien lo escribe, ni cual es mi direccion. Solo siento que a mi edad,87 años, he vivido suficiente para poder decir que se trata de una confesion muy sincera, que todos lo hemos sentido, pero que no todos tenemos la valentia de exteriorizarla en la forma tan precisa, clara y sincera.- Es un ejemplo para la juventud. Darnos cuenta de esta gran verdad, cuando aún haya tiempo para corregir nuestros defectos y ser una persona con atributos para tener exito durante los años de vida que Dios tenga programado para cada uno.

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