21 noviembre, 2024

Socialismo y sapada

Desde el punto de vista de lo ideal, el vivir en comunidad, sin ambiciones personales, compartiendo todo, sin apegos, tal como vivían los primeros cristianos, es el tipo de vida más maravilloso que existe. En el momento en que uno o unos pocos, quieren convertirse en el que manda en ese grupo y cree que por hacerlo tiene derecho a un centavo más de esto o de aquello, ese mismo lugar, se convierte en un infierno.

El socialismo o el comunismo, en teoría, son perfectos. La idea de que todo sea tenido en comunidad, es buena. Lo malo es el ser humano, sus defectos. La vanidad, la ambición, el orgullo, la soberbia, la avaricia, la envidia, las habladurías, la pereza y la viveza criolla, ese aprovecharse de la ingenuidad del otro para sacar ventaja. El ser humano es un ser complejo y no se contenta en general, con lo que tiene, quiere más, vive comparándose, buscando lo mejor, y en cierta forma, despreciando al que no está a su nivel. Dios permite enfermedades y defectos para fortalecer nuestra humildad y nosotros las consideramos castigos.

Si el socialismo fuera comunitario y todos, absolutamente todos tuviéramos todo por igual, si todos trabajáramos por igual, si no hubieran vagos que quieran ser mantenidos, si no existieran los líderes que viven acomodados, teniendo lo que no tienen los demás, si todos tuviéramos el mismo espíritu de trabajo, si cada cual se dedicara a lo suya, sin mirar ni envidiar lo ajeno, éste sería el paraíso terrenal.

Pero la realidad es otra, por eso todos se pelean por ser el líder o por estar cerca de él. Todos quieren alcanzar la teta y aprovechar la ocasión para tener ventajas. El uno para vender puestos, el otro para recibir comisiones, el otro para colocar a fulano o para liquidar sus deudas, en fin, todos buscan aprovecharse en cada cambio de gobierno para colocarse y sacar ventaja. Éste es el ser humano. Con este material, ¿Qué tipo de socialismo podemos conformar? El socialismo o el comunismo sólo sirve para que sus líderes saquen ventaja de los ingenuos, tengan a todos en la miseria, la mayoría se tire para atrás, trate de hacer lo mínimo y recibir lo que pueda, la producción baje y desaparezca, una muy pequeña minoría viva bien y la gran mayoría se encuentre en la miseria.

Preocupémonos de superarnos, de producir, de ser útiles para el mundo, de desarrollar nuestras aptitudes para servir mejor. En vez de maquinar para hacer menos y recibir más, maquinemos para producir más y acomplejarnos menos, para levantar el país, con actitud de trabajo y superación, para ser no una carga, sino el motor de un nuevo país, que avance hacia el futuro con optimismo y determinación.

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Recuerdo que desde pequeño, y entre muchas más reflexiones, mi padre me decía: “En el mundo existen dos tipos de personas: LOS BUENOS Y LOS MALOS, así de simple es el asunto, mi adorado hijo”. Pues bien, así crecí y así desarrollé mi intelecto y la forma de ver, apreciar y distinguir a las personas, casi sin equivocarme.

José Alberto Mujica Cordano, descendiente de Vascos, nacido en Montevideo el 20 de mayo de 1935, conocido popularmente como José Mujica o Pepe Mujica, político uruguayo y actual presidente de la República Oriental del Uruguay, es un buen hombre con cara de bonachón que privilegia la vida, y que además de su pasado de guerrillero, inicialmente fue elegido diputado y senador, para posteriormente ocupar el cargo de Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre el 2005 y 2008. Fue el líder del Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del partido de izquierda Frente Amplio, posición que renunció el 24 de mayo de 2009. Tras una larga y romántica convivencia, el 2005 se casó con su eterna compañera de duras jornadas, Dña. Lucía Topolansky, senadora y dirigente del Movimiento de Participación Popular.

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