“Todo fluye, afuera y adentro; todo tiene sus periodos de avance y de retroceso; todo asciende y desciende; la oscilación de péndulo se manifiesta en todo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la medida de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación” El Kybalion
Por tal motivo la seguridad verdadera no existe, ni la permanencia absoluta, ni la eternidad más allá del instante.
En todo hay un movimiento de ida y vuelta, en lo físico y en lo mental y en las emociones.
En la vida experimentamos la alegría y el sufrimiento, el dolor y la felicidad, sabemos que es de día porque amanece después de la noche. Son condicionamientos. Cargamos con la enseñanza de la dualidad; aprendemos que es claro cuando no es oscuro. La realidad es otra. En la verdad no existe la dualidad. Solo se existe, solo se es.
Además de las dualidades cargamos con los juicios y con los miedos, con el bien y con el mal. Una carga muy pesada para un ser tan frágil.
¿Crees que no eres frágil? Lo eres. Lo somos. La única fortaleza es la interior y hasta esa fortaleza tarde o temprano caerá. Hay que morir para vivir.
Tenemos la historia del profeta Elías y el dogma de fe de la Virgen María, quienes simplemente salieron del mundo; ¿somos el profeta Elías o la Virgen María? No. No vendrán por nosotros carros de fuego ni ángeles del Señor. Entonces somos frágiles, seres que se terminan. Pero no lo aceptamos y deseamos ser sobrevivientes, ser eternos, indagamos entre fantasmas y espíritus y en el más allá, o rechazamos cualquiera de esas posibilidades y decimos ¡somos materia! Pero morimos de miedo, aún en vida, y el estrés nos carcome y los nervios se destrozan. Puede darse el caso de la evasión, eso llegará después, no es momento de hablar sobre el tema, bueno algún día pero no ahora, a otros pero no a mí… etc.
Hoy estamos, mañana no sabemos. En este instante estamos, luego no sabemos. La vida es un instante que debería ser un instante feliz.
Dice Krishnamurti que nos hemos acostumbrado a aceptar la vida tal como es, agónica y desesperante. Pero más allá de eso dice también, que nos hemos acostumbrado a llevar una vida mecánica, y “una mente mecánica nunca podrá saber qué es el amor, ni qué es la libertad”.
El mismo Krishnamurti dice que muchos de nosotros tememos morir porque no sabemos lo que significa vivir. Eso es bastante razonable, al sentir que morimos, que estamos muriendo, lo que nos invade es el miedo a no haber vivido. Lo que pudo haber sido y no fue. En definitiva el miedo a no haber aprovechado la vida, a no haber experimentado la felicidad. Pedimos más tiempo, pensamos que si nos dan un poco más de tiempo, unos años más de vida lograremos alcanzar eso que buscamos, que no sabemos ni qué es ni a dónde encontrarlo.
El tiempo es un engaño, no existe. ¿A dónde está?
Si no logra ser ahora, ser lo que quiere ser, ¿por qué lo lograría mañana?
Si tenemos un propósito hoy, hay que lograrlo hoy, no mañana. La gente pospone sus metas y reprime sus deseos. También se debe a que nos han enseñado el valor del sacrificio y la renunciación, parece que flagelarse es la manera de hacer algo que vale la pena, por uno y por los demás.
No es así, rechazo eso. Cuando se siente pasión, convencimiento interior, por lo que se hace desaparece el sacrificio, la renuncia y no es una autoflagelación, es una decisión consciente de una vida que hace lo que desea hacer. Se elimina el sufrimiento y la actitud de sufrir porque se es felizmente consciente.
Sigo con Krishnamurti quien dice que “el hombre que no le tiene miedo a la vida, no teme sentirse completamente inseguro, pues comprende que internamente, psicológicamente no hay seguridad. Cuando no hay seguridad, hay un movimiento que nunca termina y entonces la vida y la muerte son iguales.”
Y amar es morir. ¿Existe algo más grande que el amor?
¡Nada!
Porque el amor es completa libertad, absoluta plenitud, es la mirada que brilla y lo ilumina todo, la sonrisa que no puedes ocultar y te delata…la luz de tu mirada, la sonrisa de tu boca, el amor eres tú.
El amor y el dolor no pueden ir juntos, el uno no existe con el otro. Eso es una tontería, quien reprime el amor atenta contra lo único que tiene sentido en la existencia.
Hay que encontrar la manera de estar repletos de amor, rebosantes de amor, de que el amor se desparrame. Haremos un enorme bien a la humanidad y dentro de esa humanidad a nosotros mismos. ¿Cómo lograr eso? No lo sé.
He intentado aprender a amar, disciplinarme para el amor, entrenar la mente para el amor, pero el amor no entiende de disciplinas, ni de técnicas ni requiere entrenamientos, el amor existe y se manifiesta a veces inclusive de la manera menos esperada, es imprudente y atenta contra las normas, contra lo establecido, contra todo lo bueno, noble y validado. El amor es en sí una catástrofe interior, acaba con lo viejo y renueva todas las cosas.
Alguien me dijo que uno puede ejercitar la voluntad para amar; no se puede. Dice Krishnamurti, que cuando usted se adiestre para amar mediante la disciplina y la voluntad, el amor se escapará por la ventana.
Alguien podrá decir: el amor se me escapó por la ventana.
La pasión sin motivo corresponde al abandono absoluto. Ya no depende de quién ama o de quien es amado. Ya que el amor existe apasionadamente y por si mismo.
El amor si es pasión, el amor es una llama ardiente. Cuando Dios se presentó a Moisés tenía la forma de una zarza ardiente.
El amor es una luz quemante. Cuando Jesús se le presentó a Saulo, era una luz cuyo resplandor lo dejó ciego. Tuvo que entrar en la oscuridad para nacer a través de la luz a la nueva vida.
Al amor se lo encuentra sin buscarlo, y llega cuando estás siendo quien eres, aunque estés desprevenido y entonces alcanzas esa dimensión distinta llamada amor. Entiendes que el amor existe porque lo experimentas, más allá de lo mundano, más allá del dolor, del sufrimiento, en presencia del amor todo es alegría y eres un ser feliz. Eres la felicidad. No la alcanzas, la vives.
Y mientras eso ocurre sigue el péndulo, va y viene como las olas del mar…la tierra sigue dando vueltas, un día más, un discurso más, una guerra más, una marcha más, un virus más, un descubrimiento más, una vida más, una muerte más, la industria, la tecnología, las comunicaciones, el ruido, la calma,…despacio…el silencio, la soledad…detente, observa…contempla…vive. Marca tu mismo la ley del ritmo que rige tu existencia.
Muy chèvere tu artículo.
Me gustó.
Saludos.
Trabajamos y actuamos para cumplir el sueño de otros!