Con los 43 estudiantes de la localidad de Iguala del estado de Guerrero, desaparecidos por obra y gracia de una estructura organizada del crimen, amén de los muertos de ese mismo 27 de septiembre, con promoción y apoyo de los altos niveles de la política gubernamental mexicana, el verdadero rostro de México está otra vez al descubierto. No, este suceso no es algo inesperado. Algo ocurrido sin saber porqué. Algo que jamás podría imaginarse que sucedería… Este suceso es, únicamente, uno más de una interminable cadena de asesinatos, raptos, estupros, desapariciones… Es un suceso de todos los días que, por suerte o turno, sucede en una u otra comunidad de México. Pero que por un lado, está protegido cada acto criminal por el miedo convertido en carne y sangre de la población civil y por otro, encubierto por la administración gubernamental de turno. El soporte de la operatividad de delito tan macabro está manejado y vigilado por fuerzas armadas (federales, estatales, municipales y paramilitares) guardianas de la VIOLACIÓN, FRANCA Y AUTORITARIA, de los derechos humanos y sociales en cada rincón de México. Ahora, claro está, se ha destapado la cloaca con este abominable crimen de lesa humanidad, contra los jóvenes normalistas de Iguala. Y, al destaparse, han aparecido, literalmente, fosas comunes que muestran viejas incineraciones…
Incineraciones que culpan, directamente, al Partido Revolucionario Institucional (PRI), desde sus comienzos… Más de 60 años atrás… Con fuerza, desde luego, desde que con el presidente Felipe Calderón (2006/2012) sumaran en su contabilidad política, de amarres, sobornos y chantajes más de 130.000 asesinatos. Asesinatos realizados con una determinación de creerse, estos del PRI, los elegidos para siempre en dirigir los destinos de los mexicanos. Ahora con Peña Nieto se repite las matanzas selectivas igual que la de Tlatelolco ordenada por Díaz Ordaz en 1968, la de Chilpancingo en 1960 con la culpabilidad de Adolfo López Mateo, la del jueves de Corpus ordenada por Luis Echeverría en 1971, la de Aguas Blancas de 1995 en la presidencia de Ernesto Zedillo… Y más, más y más… Hoy, por supuesto, con jueces y fiscales prisioneros de su tutela, los crímenes siguen en espera de juicios relevantes y castigos ejemplares. No hay como olvidar, además, que Enrique Peña Nieto, actual presidente de México tiene ya en su cuenta del genocidio mexicano, 28.000 muertos, en apenas a 2 años de estar en el poder. Y, por supuesto, sin búsquedas de culpables, En el narco poder dicen los más conocedores del silencio permanente del PRI… Pues, al hacer cuentas, las luchas ofrecidas desde el gobierno nacional para combatir los tráficos de órganos, de prostitución de mujeres, de ventas de niños para explotación agrícola, de manejo de producción y comercialización de drogas, de migrantes en la frontera con USA solo han resultado pantalla para enmascarar la verdad… Son tan evidentes ya las depravaciones socio políticas del PRI, en conciliábulo con los capos del negocio abierto de estupefacientes, que sus gobiernos ni siquiera se sienten aludidos con nuevos crímenes…
Los gobiernos de México son bicéfalos. Una cara hacia dentro, en donde el cinismo y la brutalidad son las guías preferenciales para mantener en camisa de fuerza al pueblo mexicano y otra, hacia fuera donde insisten en vender, con la diplomacia protocolaria de la mentira, un nacionalismo social, económico y político de amplio y profundo beneficio popular. Por eso, con el titeriterismo de sus embajadores y plenipotenciarios, promueven una inmensa cultura folklórica, un ensordecedor emprendimiento industrial y, sobre todo, una conducta impecable en derechos humanos y sociales. ¿Hasta dónde, sin embargo, tales indicadores corresponden a la realidad? Para los ciudadanos que sienten el problema de inseguridad y extorsión, día a día, el asunto es diferente… “Solo hay impunidad y encubrimiento”, “Gobernantes desvinculados del pueblo”, “La delincuencia coloca en los estados sus cuotas de autoridades y hasta ciertos ministros, fiscales y embajadores son parte de las mafias”, “Seguimos viviendo un gobierno, igual que los anteriores, inepto y corrupto”. “ El gobierno de Peña Nieto, no garantiza ni la vida ni el patrimonio de los mexicanos”, “No hay investigación de los crímenes ni culpables encarcelados”, “ La justicia está secuestrada y las elecciones son manipuladas”, “Los políticos tienen bien desgraciado al país, pues llegan al poder para hacer leyes a favor de sus intereses”, “ Los 500 diputados y los 120 senadores que hoy están destruyendo el país, junto con el presidente Enrique Peña Nieto, títere de la corrupción y el vicio, no representan al pueblo”.
¿Confirman los datos estadísticos tan espeluznante situación? De los 110 millones de pobladores, más del 60% subsisten en la miseria, con salario máximo de 1 dólar diario y, de estos, entre el 30 y 40% están localizados en los estratos pobres de la indigencia. Imposible pasar por alto que entre el 10 y 12% de la población total es indígena (nativa), casi en su totalidad sin beneficios sociales, sin escuelas, sin ocupación, atrapados entre la injusticia y el miedo, incluso por un turismo estatal que explota su historia y sus valores artísticos sin ningún beneficio para sus miembros, que sufren una aculturación masiva. ¿Alguien cree que, en este contexto tan desolador para los que nada tienen, aparecerán vivos los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, tal cual lo solicitan, lo imploran sus familiares? Las palabras del presidente Peña Nieto de que hará prevalecer la justicia, y la aplicación de un juicio con severidad para los culpables, suenan al típico cinismo ya conocido por los mexicanos que han perdido, por vía violenta, hijos, madres, amigos, expropiación de sus bienes sin que, jamás, las cortes y los jueces hayan tomado medidas a su favor. El presidente Enrique Peña Nieto debe, tal cual le grita el pueblo en las calles y desde las redes sociales, simplemente renunciar y afrontar un juicio por crimen de lesa humanidad, por crimen de Estado… ¿Qué dicen ahora los gobiernos de Latinoamérica, especialmente estos del socialismo del siglo 21, que dicen estar por la justicia, la libertad, los derechos , y que se babean de tanto repetirlo?. El tiempo de las disculpas y de las ofertas ya terminó. Lo que hay en México, desde hace más de 60 años es un genocidio encubierto, ante el que las instituciones internacionales pertinentes del caso voltean la cara, muy cobardemente, por colusión o inconsciencia!.