Ya estamos en Diciembre y con ello, la intensidad de las fiestas de Navidad y la celebración por la llegada del año nuevo. Navidad y fin de año nos convocan a todos, no hay quien este indiferente o no permita ser contagiado por la alegría y los buenos deseos que traen estas fechas.
También hay las críticas por el consumismo y del excesivo endeudamiento en el que podamos caer. Pero la gente sabe que toda deuda adquirida trae la consecuencia de pagarla, honrarla porque las deudas se pagan y por tanto sí tiene mayores deudas, mayores son los pagos. Hay que comprar razonadamente, sin exageraciones ni adquirir deudas innecesarias. Pero esa es una cara de las fiestas, la otra cara o el sello de Navidad es que es una fiesta de amor, de reconciliación, de estar bien con uno mismo y con los demás.
No es una fiesta exclusiva de los niños, porque tampoco la totalidad de la vida les pertenece a los niños, la vida es para todos y es de todos y el nacimiento del creador es un milagro de lo alto y supremo para todos, es el todo dándose a todos. Todos debemos vivir el nacimiento de Dios quien es La Verdad total dentro de nosotros. Dios es La Verdad, Lo Consciente, Lo que nunca duerme, la quietud infinita. Dios no es ni está en nuestro pensamiento ordinario que se llena de la preocupación del festejo y la inquietud del gasto.
La Navidad es la gracia de Dios dada en nuestra existencia y sentirnos complacidos de estar vivos y agradecidos de estar vivos. Reconocer que antes tantos muertos estamos vivos, aún vivos y festejar el acontecimiento de la vida en cada criatura existente. La Navidad no es el ruido de los regalos, es la mesa familiar unida y unidos ante el deseo de continuar viéndonos juntos, para hablarnos, tocarnos, mirarnos, jugar cada uno con cada uno, de lo que quieran y ante lo que quieran. Sentados ante la mesa familiar, con lo bueno que nos vamos a servir, escuchar la risa de todos y brindar por la alegría de la Navidad, lo nuevo que trae el amor, el entendimiento de perdonar y dar nuevas oportunidades. En la mesa alguien falta, siempre es así y será así, pero por muy dolorosa que sea dicha ausencia está la calidez de recordarlos con cariño y gratitud. En nuestra existencia todo sucede, La Navidad también, está la fecha, el mercado pone el consumismo, el gobierno otorga el feriado, se compra ropa nueva, se prepara la cena, se espera la hora, se cantan los villancicos y ya. Así no pasa nada, luego el sueño y seguir durmiendo hasta el próximo año.
Pero puede que pase algo y ese algo es La Navidad. La Navidad es el milagro. La Navidad es un llamado al corazón para pedir por un milagro para mí, para ustedes, para todos. ¿Quién no necesita un milagro en la vida? Si deseamos que ocurra un milagro en nuestras vidas, ese don se nos dará porque para eso es la Navidad para hablar de milagros, para pedir milagros, para rogar por milagros, para implorar por milagros. El Milagro que usted tanto necesita, de cualquier índole, fuerza o requerimiento, pídalo, con fe, con confianza, con devoción. Navidad es un regalo de Dios para hacer y realizar un milagro en nuestras vidas y nosotros debemos permitirlo, para esto debo VIVIR LA NAVIDAD COMO NUNCA ANTES LO HE VIVIDO. Es decir tengo que estar en el presente, estar ahora, alerta, atento, agradecido con la oportunidad de mostrar mi necesidad ante el creador absoluto de lo grande y lo pequeño.
Diciembre es una fecha para planificar, ordenar los deseos, poner intenciones en nuestras vidas y que estás puedan continúan durante todo el año, como transcurrir y marcha de nuestras vidas, por eso La Navidad es la oportunidad que tenemos de acercarnos a la existencia del milagro, para vivir mejor, para sanar, entender, aceptar, vivir más.