Hay situaciones que nos asquean y en las que nos provoca vomitar. Son cosas inéditas que las permitimos por nuestro cobarde silencio y el miedo a las represalias. Es precisamente el terror que nos ha impuesto la maquinaria represiva del estado, lo que nos hace aparentemente tolerantes, aunque verdaderamente esa permisibilidad insana nos encubre como cómplices silenciosos de los que ostentan el poder a base de la fuerza resultante del totalitarismo disfrazado de una falsa democracia.
Hace pocos días acaban de inaugurar el mural de la fiscalía. En el mismo se pone junto a los dictadores sanguinarios al ex presidente de la república León Febres Cordero Rivadeneira. León Febres Cordero no necesita que nadie lo defienda; peor yo. La historia es su mejor defensora. No va a ser mejor o peor mandatario, porque un desconocido que destila su veneno amargo, lo pinte en un mural aupado por quienes hoy transitoriamente ostentan el poder. El muralista que hiso el trabajo y que es conocido en quién sabe dónde, pretende coger algo de notoriedad con la polémica que quiere causar.
Este espécimen amnésico de la historia, solo trata de congraciarse con la cúpula del poder que lo alimenta. Este individuo cree que es muy barón cuando incluye a León en categoría de asesino. Lo hace sin otorgarle la posibilidad de defenderse, porque de lo que yo conozco, los que están en el cielo jamás regresan para pelear contra un cualquiera.
Es tanto el odio visceral que les tienen a los Guayaquileños o a quién los simboliza, que primero impidieron hasta donde pudieron que el municipio le ponga una estatua al ex alcalde de la ciudad. Como no pudieron evitar ese estúpido y fallido intento, ahora nos salen con que se lo tiene que reconocer como un dictador sanguinario en un mural feísimo pintado por quién sabe quién, pero peor ordenado por quién sabe quiénes.
No creo que los responsables de la adjudicación de este mural para un organismo público, no sabían nada del contenido del bosquejo del artista. Es más; siendo un edificio público en el que se lo hacía, jamás pueden haber aprobado ningún mural, sin que antes el diseño del mismo no pasara por el visto bueno del máximo organismo colegiado, que en este caso debe ser el directorio de la Fiscalía del estado.
Las personas que aprobaron los recursos económicos para realizar este trabajo, tenían la obligación de saber el contenido del mismo. Ahora se galardona a los secuestradores; se los premia con reconocimientos públicos y se les da algo de cuotas de poder para que sean los que juzguen a quienes antes los enfrentaban.
¡Cosa más grande la vida chico!
En el gobierno de Febres Cordero se combatía duramente a los guerrilleros que asaltaban, secuestraban y mataban. Hoy esos mismos guerrilleros son los que están en algunas instancias del poder y se auto ven como los vengadores que actúan a nombre del pueblo.
Este gobierno ha satanizado tanto el apellido Isaías, que ahora a nadie le parece malo que los que secuestraron al banquero y luego lo mataron, sean hoy los que juzguen a los que en esa época fueron quiénes los combatieron.
Estos guerrilleros hicieron un sin número de robos, secuestros y asesinatos que se llevaron a cabo a nombre del pueblo. Fueron hechos por los terroristas, que en buenos términos eran individuos armados que causaban terror. Estos delincuentes actuaban contra de la ley establecida y violando los derechos constitucionales de los todos los ciudadanos de la patria.
Nadie se acuerda, ni a nadie le importa los familiares de los muertos o las madres angustiadas de los secuestrados. A nadie le importa un carajo la vida perdida de los policías y los militares caídos por el enfrentamiento contra estas bandas armadas.
Ahora resulta que los diablos de entonces son los angelitos de hoy. Ahora que ya son dignos nos quieren dar lecciones de moral y respeto a la ley. Febres Cordero está mucho más allá del resentimiento vengativo de un anónimo que plasma en una pared la sed de venganza y odio que le ordenan poner.
El incontable pueblo que despidió al ex presidente en el día de su muerte, es el que con sus lágrimas le hiso el gran mural de la historia donde León fue puesto para la inmortalidad como uno de sus hijos predilectos.
El problema es el odio a Guayaquil, porque es la única ciudad que no se somete.
Lo que está sucediendo solo traduce la epidemia de odio y venganza que ha sido propiciada contra todo lo que signifique ser un Guayaquileño de pura sangre.
Este país del miedo es la verdadera patria en la que nos hemos convertido por la imposición del terror.
Por un lado existe la silente cobardía de los que nada dicen y todo lo permiten.
Por otro lado se recibe con nauseas el odio revanchista de los acomplejados que hoy abusan del poder.
Dr.PALACIOS.
Usted no cree que debería la familia del Ing.León Febres Cordero iniciar acciones legales, si no se sabe quién ordenó y quién pagó por ese mural y sobre todo: QUIEN PERMITIO QUE SE LO PONGA DONDE ESTA, en contra de sus autores y cómplices?. Es lógico presumir la maldad y el odio de donde viene, pero en derecho hay que actuar con pruebas? Pregunto: No será prueba, imaginar, por el sitio donde está colocado el mural, quienes son?
ES LA PURA VERDAD, FELICITACIONES