Uno de los flagelos que más preocupa a las sociedades, no importa de qué país, es el narcotráfico; la cadena, desde las plantaciones de la hoja de coca, el proceso de refinamiento del alcaloide, el transporte y la distribución para el consumo, deja un reguero terrible de violencia y muerte. No hay espacio del cuerpo social en donde no se enquiste este terrible mal; gobernantes, jueces; políticos, militares, policías; hombres y mujeres de todas las edades, son tentados por narcotraficantes que manejan un arma letal y poderosa: ingentes cantidades de dinero.
Ya hace algún tiempo, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC) informó: “si bien este cultivo (de hoja de coca) sigue siendo rudimentario e incipiente, se sabe que parte de la hoja de coca producida en Colombia e inclusive en Perú es transformada en PBC (Pasta Básica de Cocaína) en territorio ecuatoriano”; además, que el “Ecuador está siendo utilizado por los carteles de la droga como centro de acopio y reexportación”. A pesar de los controles que se hace a lo largo de las fronteras con Colombia y Perú, es en las fronteras donde se genera parte del problema del narcotráfico, dado que por ahí pasan precursores químicos, pasta base, sale el clorhidrato de cocaína; además, se han encontrado submarinos artesanales capaces de transportar toneladas de droga, que decir de las avionetas, especialmente procedentes de México.
Nos estamos acostumbrando a informarnos por la prensa y “ver casi normal” la cantidad de droga que se captura a diario y no es poca cosa, se habla de cientos de kilos, incluso de toneladas. Las advertencias sobre la amenaza del narcotráfico y otros delítos que trascienden las fronteras no son nuevas, ya en el 2006, en el Libro Blanco de la Defensa, el mando militar señaló: “En la actualidad, las amenazas a la seguridad más significativas son aquellas que se derivan del riesgo de extensión de situaciones de violencia más allá de las fronteras, con acciones de fuerza, proveniente de grupos ilegales armados; y, con diverso grado de incidencia, el narcotráfico, el tráfico ilícito de armas, el crimen organizado transnacional y el terrorismo”.
En su momento, varios jefes militares han hecho la misma advertencia, señalado la magnitud de la amenaza del narcotráfico y sus secuelas de violencia y muerte; además, ya en 2009 el doctor Francisco Huerta, nos advertía “que estamos en riesgo de convertimos en una narco-democracia”; en 2010, la agencia alemana de noticias DW, en un reportaje publicó “que nuestro país es un foco atractivo para el lavado de dinero”.
Pese a los esfuerzos de la Polícia, de Fuerzas Armadas, Aduanas, etc. si bien se incauta gran cantidad de droga, se destruye laboratorios, se captura submarinos, avionetas, etc., pero no se desbaratan las estructuras, lo cual es el corazón de la guerra al narcotráfico.