En mi casa era muy difícil crecer, cuenta hoy un alto ejecutivo de una empresa. ¿Por qué? Porque mi padre siempre me hacía tomar la responsabilidad de todas las cosas de mi vida.
Cada vez que yo decía algo: “Papá mi novia a veces me vuelve loco”, sin excepción replicaba: “!Vamos, Steve! Nadie puede volverte loco a menos que se lo permitas. Es tu elección. Tú elegiste volverte loco!”. O si decía: “Mi maestro de biología es un desastre, nunca aprenderé nada”. Papá respondía: “¿por qué no vas con tu maestro y le das algunas sugerencias? Cambia de maestro. Toma clases particulares si es necesario. Si no aprendes biología, Steve será tu propia culpa y no de tus profesores”.
Papá siempre me desafiaba, asegurándose de que nunca culpara a los demás por mi propia forma de actuar. (Qué papá tan distinto de aquellos que siempre dan la razón a sus hijos. ¡Yo lo he criado! , ¡yo sé cómo es él!, ¡ Es igual a mí de responsable!. Olvidándose que su hijo es un adolescente, que recién está empezando a formarse, sin examinar su propia vida ese papá que tiene más de dos hogares y no paga las pensiones a tiempo. ¡Vaya responsabilidad!). Afortunadamente, mi madre me permitía culpar a los demás y a otras cosas por mis problemas, porque de otro modo me habría vuelto realmente loco. Muchas veces le respondía a gritos: “!Estás equivocado papá! No elegí volverme loco. Ella ME HIZO volver loco. Ahora, déjame en paz”.
La idea de mi papá de que somos responsables de nuestras vidas fue para mí, siendo adolescente, una píldora muy amarga, nos sigue contando Steve. Pero viendo en retrospectiva, tiene hoy 40 años y es padre de dos adolescente a quienes desea inculcar valores, recuerda más a papá que a la mamá consentidora. Veo la sabiduría que él tenía. Quería que aprendiera que existen dos tipos de personas en este mundo, los proactivos y los reactivos, quienes toman la responsabilidad de sus vidas y quienes culpan a otros u otra cosa de los que les pasa, aquellos que hacen que las cosas sucedan o aquellos a quienes las cosas les sucedieron.
Ser PROACTIVO es ser RESPONSABLE y es la clave del crecimiento humano y la base para la formación de los valores que deben ser hábitos en las personas que quieren ser feliz, que quieren ser eficaces, que quieren triunfar. Yo soy el capitán de mi vida. Puedo elegir mi actitud. Soy responsable de mi propia felicidad o infelicidad. Yo estoy en el asiento conductor de mi destino y no soy un pasajero. Es la victoria privada de mi historia que me capacitará para la victoria pública. Abraham Lincoln decía, “La gente es tan feliz como ella misma decide”. (Algunos ejemplos tomados de S. Covey, Los 7 Hábitos de los adolescentes altamente efectivo),
Ser responsable tiene varias acepciones y connotaciones: Cualidad de responsable. “Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal”. “Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado”. “Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente”. Dicho de una persona: De posibles y digna de crédito. (DRAE). Mucho de esta concepción encontramos en las enseñanzas del papá de Steve.
Pero el significado original nos invita a pensar en otro forma de entender qué es responsabilidad: habilidad para responder. Tener la capacidad de dar las respuestas adecuadas a los desafíos de la vida, en la etapa en que me encuentre y del calibre que sea. Hoy ser buen estudiante sin copiar, sin dedicarle el tiempo adecuado, sin hacer plagio (copy and page en los trabajos de investigación) es una utopía para padres y educadores. Pero lo mismo lo es para aquellos papás que solo pagan pensión y no dedican el tiempo a sus hijos, o para aquellos maestros que no se renuevan, no preparan las clases, no llegan hasta el final de la jornada anual o de clase y se dejan vencer por el desánimo o el cansancio. No es fácil ser responsable, pero es una aventura, que nadie puede decidir ni recorrer por nosotros.