Tengo un amigo. Su mamá dice que está medio loco. Yo digo que es un loco con buenas intenciones. Hace algunos años, coincidimos en una noche inesperada y desde entonces vivimos conociéndonos y reconociéndonos. Aquella noche habló de libros y valores. Enseguida supe que era diferente, como yo. Las amistades empiezan por la orilla: ¿Te gusta la playa o la montaña? ¿Prefieres el chocolate o la vainilla? ¿El círculo o el cuadrado? ¿El círculo? ¿Rojo o amarillo? Si hallan simpatía en las nimiedades, arrastran la barca desde la arena hasta el piélago. La marea corre suave mientras las preguntas se vuelven personales: Así que no te gusta la montaña, ¿el frío te hace sentir solo? ¿Prefieres la vainilla por su pureza? ¿El círculo amarillo es el sol que no contemplas?
A medida que navegamos por el mar de la amistad, brincan unos peces dorados a los costados. Cargan diminutas perlas en sus bocas. El loco con buenas intenciones exclama: ¡Mira! Nuestra amistad está creciendo. Más libros. Y teatro. Cine. Café. Largas conversaciones al final de la noche. La marea se agita un rato mientras las preguntas se oscurecen: ¿Qué has aprendido en el frío de tu soledad? Tomar vainilla no te hace puro, ¿para qué te escondes? ¿Por qué negamos el sol que nos alumbra? Dios. La vida. Un sentido. Proyectos. Viajes. Nuestra amistad sigue creciendo. Arriba el cielo nos sorprende estrellado. La luna es un círculo blanco que nos bendice. Y después reina el silencio. La barca avanza sobre el agua cristalina y nosotros permanecemos callados. El silencio es importante en la amistad. Un momento de reposo para recordar el camino recorrido. Una pausa amena para ordenar los pensamientos. Más bien, una oportunidad para escuchar el vacío que nos envuelve.
Después de un rato, el loco con buenas intenciones propone: ¿Escribimos? Y escribimos sobre la mirada del otro, sin borrar, sin censurar. Nuestra amistad ha crecido a tal punto de revelar nuestras flaquezas, delatar nuestros defectos y nuestros malos hábitos; arrancarnos las máscaras y examinarnos sin pellejo. Cuántas sombras y olores ignorábamos del otro. Cuántas perlas en cada uno de ellos. Su madre tenía razón. Éste en verdad está loco. Pero su locura me salva de la cordura. Las aguas turbias me impelen a madurar.
¿Qué es un amigo? Me pregunta el loco con buenas intenciones. Un amigo eres tú, le respondo. Nos reímos ruidosamente mientras el cielo amanece sobre nuestras frentes. El horizonte es un misterio. Y la barca persevera por el mar de la amistad.
El loco con buenas intenciones, seguidor del loco que ama…Gracias por tan bello artículo. Dios te bendiga y bendiga la noble tarea de ser amigo-a, de los seres de este mundo…