Las necesidades básicas dependen en gran parte del estrato social al que se pertenece. Para el pobre son las básicas elementales: Alimentación, techo, ropa, salud, e hilando más fino, movilización, educación y empleo.
Para la clase media, hay que añadir lo que se requiere para vivir en sociedad: productos básicos de limpieza, del cuidado y aseo de piel y cabello, algo de esparcimiento, algo particular para movilizarse, etc.
La clase alta, para sentirse bien necesita además ciertas cosas que pueden parecer superfluas, como viajes ocasionales, perfumes, bebidas alcohólicas, algunas cosas de lujo y lógicamente en las necesidades básicas de las otras dos clases sociales, que los productos sean de marca.
Con buen criterio, este Gobierno ha reclamado que los servicios básicos sean rebajados para los pobres, subsidiándolos con el aumento del valor del servicio a la clase alta e incluso a la media, intenta subir el nivel de la educación gratuita y ahora está luchando porque el valor de las medicinas básicas y catastróficas sea ínfimo.
El socialismo busca la igualdad de clases y visto desde la esfera cristiana, es en teoría, una forma ideal de vida como la que vivían las comunidades cristianas de comienzos del cristianismo.
Lo malo es la naturaleza humana, la ambición desmedida y el anhelo de poder del ser humano. Cada uno pretende tener más que el otro y uno de los grandes desafíos de los primeros apóstoles y dirigentes fue el luchar contra los que deseaban tener más. Si entre ellos, que habían convivido con Jesús, no se pudo lograr la humildad, peor en el mundo en que vivimos actualmente.
Mucho me temo que la buena intención del Presidente, al cargar ahora a la clase media el nuevo aumento de precios, para canjearlo con la rebaja de las medicinas esenciales, produzca sólo un encarecimiento de la vida para la clase media y en vez de una rebaja de precios de las medicinas básicas, una gran escasez o una pérdida de calidad de las mismas.