La casa de los bellos durmientes: duerme papá, mamá, el hijo, la hija, la sobrina y el ahijado. El único despierto es el perro, que merodea por las camas y catres, ladrando de vez en cuando. Cuando “adoración”, así llaman al perro, escucha el sonido de las camas mover sus engranajes y pernos, se echa para dormirse mientras sus amos se estiran.
La bella casa del poder: dormido el presidente, duerme el alcalde, dormidos los ministros todos los señores jueces y cabizbajos y cabeceando de sueño los militares tambien los amigos del poder y hasta los enemigos que antes fueron amigos, también. Duerme el palacio donde sueña el poder y los demás poderosos se pasean en globos viendo a los otros dormir y durmiendo de l misma manera también. ¿Adónde vamos? Con tantos durmientes, a dormir sin despertar.
Esta la casa de un poderoso cuando ya no es poderoso y el poder se olvido de él hace tiempo. En la cocina las gallinas se han soltado del gallinero buscando gallo para cantar. Las palomas anidan en la sala de estar donde los comensales del pasado esperaban su turno para firmar y tomarse la foto del puesto. En el dormitorio principal hay ahora un criadero de cerdos que se revolotean en el fango del quemeimportismo de lo que fue y ya no será jamás. En la sala están los elefantes de oro; oro que ya no es ni los elefantes son de la suerte que se fue para no volver, ahí han armado carpa mamá elefanta, papá elefante y tres crías elefantitas que son quienes atienden a papá que sufre de cirrosis como consecuencia de los males masculinos que siempre ha sufrido. El antigua poderoso aterrado mora en la bodega junto a ratas que son las únicas que han quedado de la opulencia del ayer y que ahora es recuerdo. Poco a poco la casa del poderoso esta siendo devorada por los abismos negros que se tragan todo lo que ya no sirve ni tiene utilidad; es que los poderosos olvidados son estorbos que no otorgan puestos públicos ni pueden multiplicar cuchillos ni candados.
Esta es mi casa, ven, te invito a pasar, siéntate, tomemos un café o prefieres un jugo, está apagada la televisión y podemos hablar de lo larga de tu existencia y te hablaré de mis sufrimientos y anhelos. No estoy solo está mi madre, mi padre, mis hermanos, mis sobrinos y toda mi parentela, me llevo bien con todos y pueden escuchar todo lo que hablamos. Esta yesenea, mi mujer, mis hijos y la kiki que ya ha crecido y camina sobre los obstáculos. Paremos de hablar y escuchemos la música que viene de la casa de mis vecinos, con quien me llevo bien y comemos parrillada los domingos en la noche mientras vemos crecer las margaritas y los duraznos. Nuestra casa se engalana con tu visita, amigo o quien sea el otro, perfumada con tu presencia, bañada del agradable perfume del árbol de palo santo en cuyas ramas esta nuestra mesa de comedor, hoy llena de colores, potajes, dulces y néctares para el deleite del momento, del instante. Ven vida mía y de todos, mantenme despierto, lucido, así cuando aparezca la apariencia y el moho yo resuelva con la verdad la mentira que agobia y separa.