21 noviembre, 2024

El Big-Bang

Las creencias del gran señor. Mira al cielo y enseguida se creyó dueño de las estrellas y soles existentes, se redactó un acta de propietario y se convirtió en el único dueño.

Luego vio la tierra llena de colinas y volcanes y se declaró único propietario y amo; y así fue.

Observó el mar y los océanos y se posesiono de ellos también y complacido como estaba de sus propiedades, pidió que le sirvieran de todos los mariscos existentes y se cumplió su deseo, al único señor dueño de lo conocido en todos los rincones de la tierra.

Le sirvieron focas y tiburones de las islas encantadas, moluscos y camarones de los glaciares, además de corvinas y caviares de la mesa de Neptuno.

Entonces comió de todo lo que le ofrecían, hasta que de tantas ricuras y riquezas que devoraba, comenzó a explotarle la uña de su pie izquierdo, luego le estalló desde la pierna hasta el sexo y la cadera, a continuación le reventó el tronco, corazón, la bilis y hasta la bilirrubina, finalmente le explotó la cabeza, las ideas, el pensamiento, todas sus comparaciones, el ego, la lengua y el pelo que estaba recién pintado de dorado y engominado.

Explosionó todo en él y se disolvió en miles de pedacitos; sólo quedaron sus títulos de propiedad que se los disputan políticos, cartománticos y estrellas de cine.

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La prudencia es virtud hasta lo debido. Si va más allá ya no es prudencia, es cobardía.

Todos los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de opinar acerca de cualquier acontecimiento. Sobre todo si tal acontecimiento implica un impacto social importante. Si el que calla otorga y callar cuando se deben decir las cosas, hace daño. Más daño hace la intolerancia. La misma que no debe intimidarnos. CADA OPNIÓN MERECE RESPETO. El valor de opinar honestamente, haciendo uso del deber individual pero respetando el derecho colectivo, es de pocos.

1 comentario

  1. La irreversible paranoia del poder que afecta al gran señor afortunadamente no es para siempre. Es la esperanza de los ecuatorianos

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