Abordar un tema complejo como el yo interior en todas sus formas y conceptos requiere de más de un libro.
En síntesis, solamente en Wikipedia el índice para tratar este tema contiene: 1. El yo en la lingüística, 2. El yo en antropología, 3. El yo en filosofía, 4. El yo en psicología, 4.1. El yo según el psicoanálisis, 4.2. El yo según la psicología analítica, 4.3. El yo según el postracionalismo (cognitivo-constructivista), 5. El yo según las filosofías místicas orientales y mucho más.
El yo, según el diccionario de filosofía Walter Brugger, es la conciencia y éste la define: “En sentido etimológico, estricto, propio, conciencia significa un saber concomitante, acerca de la existencia psíquica propia y de los estados en que en un momento dado ésta se encuentra.”
La introducción anterior me permite simplificar el contenido y extensión de esta reflexión y concretar la misma al título, es decir, cómo a lo largo de la vida dialogamos con ese yo (conciencia) interior, que según nuestra edad, conocimientos, experiencias, vivencias y mucho más, nos habla, conduce y guía cual piloto interior por la escalera de la vida, poniéndonos en ascenso unas veces y en descenso otras.
Hablamos con nuestro yo de nuestros sueños, amores, temores, angustias, sustos, alegrías, tristezas y ese largo etcétera de lo que acontece en nuestras vidas. Pero lo interesante de esta reflexión y diálogo es que nuestro yo cambia con los años y los tiempos y así como nuestro cuerpo cambia, cambia nuestra conciencia, nos recuerda el pasado, vive el presente y sueña el futuro que queremos o quisiéramos alcanzar.
Nos habla de lo que cree que podemos alcanzar y discute con nosotros las opciones y posibles resultados. Algunas veces incrementa nuestros temores, otras nos empuja y nos obliga a tomar riesgos y ser más audaces. Muchas veces se deprime con nosotros y el mismo yo nos aconseja cómo superar esa depresión.
Nuestros sentimientos constituyen un diálogo diario y eterno con nuestro yo interior, escucha con nosotros todas las opiniones y consejos, pero en la soledad e intimidad nos ayuda a tomar las decisiones diarias de la vida.
Por ello muchas veces nos preguntan: ¿eres consciente de lo que haces o vas a realizar?
El yo interior, simplificando tantos conceptos, análisis, reflexiones, es al fin y al cabo, nuestra conciencia que acumula y procesa todo lo que somos, hacemos, aprendemos y sentimos en los tres tiempos de nuestra existencia: Pasado, presente y futuro.
Somos la expresión de nuestra conciencia que procesa todos los hechos, conocimientos y experiencias de nuestra vida y define cómo somos y actuamos. Aunque muchas veces, pueda que parezca extraño, no coincide con nuestras decisiones y actuaciones.
Decimos que tenemos remordimientos de conciencia, pues ésta nos llama la atención y reprende cuando hemos actuado mal.
Pienso que hay que dialogar más con el yo interior en momentos de silencio y reflexión para conocerse más y mejor, ya que lo más difícil en la vida es conocerse a sí mismo.
La conciencia o yo también constituye motivo de muchos tratados, estudios y libros, por ello lo único que busco con esta sencilla reflexión es entender que el yo determina nuestra profunda individualidad, nos convierte en seres únicos, y marca los limites en todos los campos: físicos, abstractos, sentimentales, intelectuales psíquicos y otros que interactúan con nosotros.
Aunque parezca un poco pretencioso, yo soy yo con mi yo, único y diferente, en continuo proceso de descubrirme, conocerme y ser feliz, esa es la vida, una experiencia interminable.