Para muchos líderes, de la arribista y ponzoñosa fauna política, la clave operativa que valida la actividad democrática es, simple y llanamente, el momento de las elecciones. Pues, elegir es la mejor demostración de que el pueblo tiene el total acceso a nombrar sus principales representantes ejecutivos, para una adecuada administración de la cosa pública, en un tiempo jurídicamente determinado. Tal ha sido el acicate continuo, décadas y décadas, que los mismos electores, en su mayoría, esperan el día de elecciones para justificar, así, la prueba máxima de su civismo. Para los gobiernos, como parte de su vivencia democrática, la realización de elecciones es tanto o más que una fiesta patria… Los hijos aprenden de boca de sus padres que votar significa una de las más altas expresiones de ser ciudadano… Aunque en algunos países, contrariando la libertad en democracia, el voto es obligatorio sin cuya certificación el ciudadano deja de ser ciudadano, ya que es inhabilitado de realizar transacciones jurídicas y sociales de orden público, e incluso es multado por no votar.
¿Pero es o no la democracia más, mucho más que depositar un voto en las urnas?. Por lo pronto, no siempre los candidatos son los más idóneos para los cargos que pretenden. En general resultan un fiasco, por su gran ignorancia de la realidad y por su incapacidad gestionaría en las funciones que ocupan. Además, es ya moneda corriente que los partidos y movimientos políticos prefieren candidatizar a los más torpes de sus afiliados para manejarlos a su antojo una vez en el poder… Son algo así como peones de sus patrones o caciques ideológicos. O borregos manejados a ladridos… De otra parte, está ya institucionalizado amarrar, a tiempo el triunfo de determinados postulantes mediante los buenos oficios, coimados, de los Centros o Consejos de votación nacional. ¿Cómo olvidar, igualmente, que con el dinero del fisco y los bienes del Estado son promocionadas las campañas eleccionarias, del oficialismo en funciones?. Además siguiendo la tecnología el fraude es hoy preparado con máquina electrónica, tal cual sucede ya en algunos países de la región.
Es costumbre, especialmente con los aspirantes a la presidencia de un país, que el voto sea solicitado solo en base a slóganes, spots publicitarios, bailes y bebidas, entrevistas periodísticas arregladas, discursos circenses con obsequios alimentarios. Muy excepcionalmente, a través de un proyecto nacional con tiempos, costos y alcances reales de metas…Aquí, en Latinoamérica, los candidatos, como disco rayado, vociferan, de manera dispersa, sobre la solución a la miseria, ocupación laboral estable, seguridad social, salud y educación integral. ¿Algo de todo este palabrerío es cumplido ya en funciones? ¿Acaso algún país de Latinoamérica ha logrado una respuesta, positiva y definitiva, aunque sea para una de las pretensiones anotadas? Lo que cuenta es, por la magia del clientelismo barato, muy semejante al cambio de los espejos y chucherías de los conquistadores por el oro, la plata y las esmeraldas de los nativos…,encumbrarse al sitio de mando. Desde allí, entonces, dispendiar cargos y contratos a sus familiares y amigos de barrio… Todo sistema eleccionario, en una democracia, no pasa de ser una operatividad política, para determinar las gestiones administrativas central y seccionales del Estado Sin embargo esta mecánica no es en sí la esencialidad de la democracia…
El principal evento en la democracia, lo fundamental, es, a no dudarlo, el derecho a una vida de bienestar social, en plenitud de libertad y pletórica de justicia. Sin tales certezas no hay posibilidad de vida real. O sea, de vida creativa sinónimo de realización humana. En lo individual hacia lo social, en donde por la naturaleza del comportamiento relacional cada quien puede encontrar su camino.
Se entiende, entonces, que la utilidad de las elecciones es para encontrar, por la vía de la alternabilidad gubernamental, los más responsables y más preparados para, desde el poder, brindar las mejores posibilidades para acceder a ese “derecho a una vida de bienestar social, en plenitud de libertad y pletórica de justicia”, antes mencionado. ¿Y si, al contrario, tal cual está sucediendo, hoy con más descaro y cinismo, las elecciones solo sirven para encaramar aventureros al poder, verdaderos saqueadores del tesoro nacional? ¿Qué hacer si la decisión del poder es mantenerse, al margen de la acción democrática, contrariando la Constitución y reprimiendo la justicia, e institucionalizando, la corrupción económica, financiera, jurídica, social, con tal de lograr su objetivo? ¿Es que, entonces, el silencio, el dejar hacer, dejar pasar es la única recurrencia que tiene la ciudadanía, el pueblo, la comunidad ante semejante atropello y falta de respeto a la dignidad de la nación? ¿Por qué estar obligado, en mantener al victimario en su acción criminal de destruir la nación so pretexto, de concluir el periodo de su elección, tal cual vociferan los mismos depredadores adueñados del poder?.
Ningún gobierno corrupto, que perjudica con su corrupción el bienestar del pueblo, debe seguir en el poder por ningún alegato de formalidad política de ninguna especie. El castigar con su salida del poder, de cualquier forma, a gobernantes corruptos es vigorizar la democracia, fortalecer su razón de ser para el mejor bienestar social. Pues está claro, con la práctica de los hechos, que el triunfo solo le sirve a tales gobiernos insensibles y marrulleros, para aumentar la pobreza y la miseria, sin importarles para nada los electores… ES QUE LA DEMOCRACIA ES MÁS, MUCHO MÁS QUE SIMPLEMENTE VOTAR EN ELECCIONES.