Supuestamente estamos en el los tiempos del buen vivir donde por primera vez en la historia es el pueblo que gobierna. Hay un inmenso despliegue publicitario que nos dice a diario que los que antes nada tenían hoy gozan de una realidad diferente y han recuperado sus derechos.
Esto es una gran mentira ya que la situación sigue lo mismo que antes para quienes nada tienen o no pertenecen al gobierno.
El pueblo sigue en las mismas precarias condiciones. Lo que sí ha cambiado es el enorme gasto en publicidad que diariamente trata de convencernos de que el buen vivir por fin ha llegado para los que nada tienen.
La realidad es diferente a la publicidad. En cada semáforo se ve por miles diariamente a quienes son del pueblo y no gozan del buen vivir. Los muchos que no tienen nada, tienen tratan de ganar se la vida vendiendo agua o juguetes clonados y haciendo todo tipo de mala bares para conseguir unos cuantos centavos para completar algo para poder llevar de comer algo a su familia.
Esa gente no tiene acceso a la educación, peor salud y está totalmente desprotegida de las obligaciones del estado para con sus ciudadanos.
Esa es la verdadera realidad y la prueba más evidente de que los más frágiles solo son protegidos en las cuñas publicitarias.
El maravilloso mundo que vivimos solo es un sueño mágico para quienes burocráticamente manejan el poder y han podido salir de la quiebra que tenían y el desempleo crónico que padecían. Hoy son la nueva clase económicamente pudiente de la patria. Cuántos ex chiros hoy son los acaudalados ciudadanos que por supuesto defienden radicalmente la permanencia de la revolución ciudadana.
El día en que el pueblo tome conciencia de que su situación sigue igual que antes, reaccionará. El encanto del circo y las promesas baratas de una vida mejor, se estrellan diariamente frente a una cruda realidad que es la de que ala hora de comer no se tiene como comer o a la hora de que un hijo se enferme, se debe ir a suplicar a un hospital para que le otorguen una cita y después de tener la suerte de haberla conseguido, descubrir que no hay medicamentos para curarlo.
Hay quienes dirán que exagero o soy un envenenado contra el régimen. Ojalá fuera cierto eso, ya que solo sería uno solo el que mal interpretaría la realidad, pero la realidad es que la mayor parte del pueblo es la que está desprotegida en un gobierno donde los únicos protegidos son los que se protegen con el poder.
También dirán que soy de la oposición.
La verdad es que no pertenezco a ninguna oposición, sino que expresando lo que pienso y veo, estoy ejerciendo mi derecho constitucional de participación ciudadana. El hecho de decir las cosas que a los burócratas no les gusta oír, no es oponerse a ellos. Es decirles la verdad de una realidad que es diferente ala que los obligan a creer y de la que se aferran para justificar ante sus superiores la permanencia en su empleo.
El pueblo se está cansando y pronto estallará, pero es controlado por la policía, ¿pero acaso la misma policía no es el mismo pueblo vestido de uniforme y mal pagado?
¿Y qué decir de quién controla a la policía?
Esta es controlada por las fuerzas armadas que también son el mismo pueblo vestido de otro color de uniforme pero también mal pagado. Los únicos bien pagados y que tienen las prebendas son las cabezas superiores, tal como se lo demuestra en el departamento, sauna, jacuzzi que se ha construido el jefe de la policía en el cuartel.
Fuerzas armadas, policía y pueblo son el mismo pueblo. Cuando se acabe el encanto de las promesas y ya nadie crea en la propaganda diaria, el pueblo tendrá conciencia de que su situación sigue siendo la misma terrible de siempre y que una vez más ha sido engañado.
Ahora se entienden las razones por las que no se quiere ir a una consulta para la reelección indefinida. No se puede desconocer que el 78.9 % de todos los ecuatorianos quiere una consulta popular para pronunciarse sobre esta posibilidad.
¿No dicen que son tan queridos y que tienen una popularidad jamás antes vista? ¿Entonces si son tan queridos y son mucho más de los que supuestamente se les oponen, cuál es el miedo de que vayamos a las urnas para saber qué es lo que verdaderamente quiere el pueblo?.
De lo que sí estoy seguro es de que los que venden agua debajo de los semáforos no votarán para que continúe en el poder quién les ha ofrecido de todo y les dice que les ha cambiado todo, pero la verdad es que su dura realidad es que siguen vendiendo agua en las esquinas y ahora se les pretende hacer que paguen dinero para que se afilien al seguro social sin tener cómo pagarlo.
El pueblo de puede equivocar, pero no aguanta. La popularidad del gobierno durará hasta que dure el elevado precio del petróleo.
El engaño al pueblo se terminará cuando no tenga que comer…