“Los brindis pacatos de la diplomacia no unirán ni salvarán a estos pueblos…”. José Carlos Mariátegui.
Al parecer el masoquismo político de los latinoamericanos, esto de infligirse daño continuamente a sí mismo, creyendo vivir en democracia cuando en realidad somos prisioneros de una aberración colonial, cada vez más extrema… no nos permite comprenderla para lograr una solución. Para unos, todo consiste en gritar contra el imperialismo y esperar sentados a que históricamente concluya. Los más prefieren desatenderse de tan viejo problema, y buscar como subsistir, aunque a rasguños y dentelladas… ¿Los gobiernos? Ah!, sí. Los gobiernos… un reciclaje de la basura excretada por la politiquería de ayer, y expuesta como un fiat lux para los mentecatos de hoy… Y son estos gobiernos, los que dizque en representación de los millones de gentes, saboteados a diario en su vivir, quieren conseguir su mayor bienestar…
Pero… ¿Son, acaso, estas Cumbres las llamadas a encontrar el camino o los caminos correctos hacia las metas validas para Latinoamérica? Desde la primera Cumbre, en Miami (USA) en 1994 ya han transcurrido 20 años… A partir de aquí hasta hoy el planteamiento, la canasta de soluciones, búsquedas y recompensas, no ha variado mayormente. Casi con un miedo insistente de algún peligro en acecho, el punto clave de todas estas reuniones presidenciales, no ha dejado de ser la democracia. En cuanto a fortalecerla y mejorar su calidad. Promover, además, una gobernabilidad y defender el sistema representativo en democracia. Mejor dicho, “nada fuera de la democracia”. ¿Cómo conseguirlo? ¿Cómo hacer para que el árbol de mangos de sandías? Desde ese mismo instante también las ofertas iniciaron la cola de las prioridades…
¿Prioridades? ••La justicia con equidad y libertad, masificación de la ocupación laboral estable, punto final para el analfabetismo, exterminar la pobreza a corto plazo, educación formativa hacia el desarrollo social, defensa de los ecosistemas para un ambiente social sano, no al racismo y a la exclusión social, integración económica para un desarrollo sostenible, respeto a los derechos humanos e igualdad de géneros, acatamiento de los Convenios internacionales, defensa de la diversidad cultural y la existencia de los pueblos nativos ancestrales, defensa de las libertades sociales, seguridad social y jurídica, no a la corrupción ni al gasto público desproporcionado de la realidad… •• Esto y mucho más… Para el logro de una sociedad solidaria y en armonía en el contexto de un bienestar social de excelencia. ¿Aplausos? Las 6 Cumbres en estos 20 años no escatimaron palabras, con las que los presidentes reunidos dieron rienda suelta a descabelladas ficciones, típicas del turismo diplomático… La Cumbre número 7, ahora en Panamá, sigue idéntico camino… con el tema de conseguir una “prosperidad con equidad”, para “mayor acercamiento y cooperación entre los pueblos de América”. O sea, un reconocimiento al no avance de los cambios en el camino de idéntica ficción…
Lo desconcertante es que el deterioro socio político que viene sufriendo, y no deja de sufrir, Latinoamérica reside, en buena medida, en sus propios gobiernos. Gobiernos que ni representan a sus pueblos ni están interesados en soluciones a su desesperanza. ¿Por qué, entonces, en 20 años de declamaciones hoy 130 millones de informales insisten en subsistir a como de lugar?.¿Por qué, entonces, la miseria (2 dólares diarios para “vivir”) significa un estadía entre el 30 al 50% de la población y la indigencia (1 dólar diario para “vivir”), ya está en el 25% del intervalo anterior? O sea, una masiva población en Latinoamérica de niños, adultos, ancianos sin asistencia de salud, al margen de toda seguridad social, ausente de todo beneficio de sus derechos, tugurizada espiritualmente en viviendas incompatibles con un mínimo sentido humano, y desfasada de las posibilidades reales de un desarrollo estable en modernización continua.
Pero más que desconcertante canallesco es que de estos presidentes (mujeres y hombres), pese a tal situación latinoamericana, están quienes pretenden quedarse indefinidamente en el poder, insisten en perseguir, encarcelar y hasta asesinar a sus opositores, obtienen de un Congreso amaestrado mandatos ilegales para hacer leyes a su antojo, violan la Constitución y violentan los derechos humanos suprimiendo las libertades civiles. Pero también manipulan el poder mediante la corrupción administrativa y económica, por el atraco de robo al tesoro público de la nación o de lavado de dólares producto de las coimas, o del lleva y trae del narco dinero por los corredores gubernamentales, para elecciones o nombramientos de funcionarios. ¿Es que estos aventureros de la silla presidencial, cínicos y descarados, son idóneos, tienen la moral para proteger y promover la democracia, que exige elevado nivel de honestidad política? ¿Cómo esta gente sin conciencia, y en este marco de asalto y zafarrancho, está en capacidad para encontrar la solución de bienestar a los 700 y más millones de latinoamericanos, cuando están atracando sus propios fondos sociales y económicos que servirían para el efecto? ¿Es que no tienen la mínima vergüenza estos delincuentes (mujeres y hombres) vestidos de etiqueta para firmar algo (declaraciones, planes, proyectos, programas) en que no creen, no les importa ni les interesa? Demasiada razón tenía José Carlos Mariátegui al decir que los brindis pacatos de la diplomacia no unirán ni salvarán a estos pueblos. Los unirán, en el porvenir, los votos históricos de las muchedumbres…