Ruanda es un país africano con una historia política de ocupación por parte de las potencias europeas. En 1916, los belgas impusieron una carnetización entre Hutus y Tutsis, lo que deriva en una mayor profundización del conflicto étnico hasta que el 7 de Abril de 1994 el presidente ruandés Juvenal Habyarina fue asesinado derribando su avión a punto de aterrizar en la capital, el atentado terrorista dio inició a una masacre devastadora para la humanidad: la mayoría hutu procedió a masacrar a los desarmados tutsis que refugiados en iglesias, en casas de amigos, en hogares de socorros o simplemente deambulando por las calles fueron atacados con machetes o con un artefacto de muerte llamado maza, una especie de grueso madero con punta de clavos y asesinados dejando un reguero de cuerpos mutilados, descuartizados, sembrando sangre, dolor y sufrimiento en todo el territorio ruandés, se calcula que un promedio de diez mil personas fueron asesinadas a diario desde abril de 1994 hasta el 18 julio del mismo año en que se puso fin al genocidio, llegando a un aproximado de un millón de muertos en apenas tres meses.
En la tragedia de Rwanda esta expuesta la miserable condición humana: el odio racial, étnico, las desigualdades económicas, la débil muy débil convivencia y tolerancia humana. El genocidio mostró a amigos asesinando amigos, familiares matando familiares, jefes delatando a sus empleados, religiosos santificando la crueldad y la brutalidad. El hombre es un animal, es capaz de matar por gusto, placer, infringe dolor a sus victimas para sentirse superior y dominar a otros. Los asesinos hutus asistían a servicios religiosos antes de iniciar su cacería de muerte, atacaban principalmente iglesias, respetaban las imágenes de santos y vírgenes pero asesinaban con saña y perversidad a cuanto tutsi se encontrara escondido en el sitio. Hay documentos de vídeo en que se los ve cantando a Dios, pidiendo misericordia y luego destripar a sus victimas, no cabe duda: el hombre puede llegar a ser tan fanático como lucido, su mayor mal es la violencia que se puede provocar a si mismo y a los otros. El odio, la venganza, la enemistad lo pueden convertir en un ser brutal, cruel, salvaje que no se contiene ante la expresión de su maldad.
Los dos grupos étnicos son muy similares, hablan el mismo idioma, viven en las mismas áreas y siguen las mismas tradiciones. Sin embargo, los tutsis son a menudo más altos y más delgados que los hutus, con algunos diciendo que sus orígenes se encuentran en Etiopía. Durante el genocidio, los cuerpos de los tutsis fueron arrojados a los ríos, gritando sus asesinos que eran enviados de vuelta a Etiopía.
La tragedia de Rwanda tuvo en la comunidad internacional una reacción indiferente, torpe y permisiva. Permitieron con su indolencia que se gestara la matanza diaria de miles y miles personas humanas, amparadas y protegidos por la declaración universal de los derechos humanos, el derecho humanitario, etc. Las potencias no se pronunciaron frente al desastre, ¿cómo pronunciarse por una nación como Rwanda? país pobre, superpoblado, con la mayoría de su población analfabeta y sobre todo sin petróleo: sacaron a sus diplomáticos y allá que se maten!
Los hechos en Rwanda no son ficticios, quisiéramos que los fueran, saber lo que paso allí con certeza supera lo que pueda hacer la ficción, los testimonios son evidentes y los hechos están cercanos en el tiempo. En Rwanda se repitió la historia: las cámaras de gas nazi, el exterminio yugoslavo, los millones de muertos en las grandes guerras mundiales: después de Rwanda los gringos invadieron Afganistán y permanecen en Iraq. La historia esta marcada por los delirios de superioridad, de fanatismos, exterminios, aniquilación, liquidación. Hoy el más cruento terrorismo viene del grupo ultrista musulmán Estado Islámico, una extraña banda criminales que buscan restaurar el Califato entre territorios de Siria e Iraq, que siembra terror, destrucción y muerte all´donde actúan.
El inimaginable y fatídico conflicto en Ruanda cumplió veintiún años. Conflicto en el que el clan de los hutus buscaban acabar con la existencia de los tutsis, destruirlos por completos: los perseguían donde se hallaren y los mataban a palos, pedradas, a machete puro, las mujeres eran violadas y luego desgarradas sus partes sexuales, los atacados eran abandonados, muchos aun con vida, sufrían de una lenta agonía y morían viendo morir a sus seres queridos.
Si olvidamos lo de Ruanda la historia se repetirá; ganas al hombre no le faltan de manifestar su barbarie, Dios se olvida de nosotros y nos deja a nuestra triste suerte, como los tutsi cruzados a machete por otros pobres y oprimidos hutus, también explotados y empobrecidos, solo que superiores, no se sabe en qué, pero poseídos con la fuerza de matar y exterminar a quien consideran su enemigo, que en otro tiempo compartió los caminos, la fraternidad y hasta el mismo Dios.
Cada día se conmemora la matanza en Ruanda con consternación y más violencia: atentados terroristas, represión, exterminio, matanzas,como el reciente acto endemoniado del copiloto del avión Germanwings al hacerlo estrellar, llevando a la muerte a 150 personas, todas victimas inocentes que pagaron con su vida el afán de venganza de su asesino, o cuando unos motorizados lanzan una granada aquí en Guayaquil, a un hogar donde dos padres de familia conversaban y luego calcinarlos por el acto homicida. La violencia, siempre es la violencia, es nuestro hacernos el mal y el «libramos del mal» que canta el padrenuestro.. Antes de Ruanda, después, ahora, aquí, allá, ahí donde conocemos o ahí donde desconocemos está la violencia, la ira, la venganza, la crueldad, la intimidación, el crimen, el asesinato,las desapariciones, como la de los 43 jóvenes mexicanos secuestrados, no encontrados aun, ni vivos ni muertos. Ya no hay sitio seguro en el mundo, este tiempo siembra violencia y cosecha la muerte de cualquiera. La muerte de todos..