El mal de Parkinson y el mal de Alzheimer son dos graves enfermedades que, al momento, están tomando la delantera, casi en todos los países, en la competencia de las dolencias mentales. ¿Es, quizás, parte de la globalización mundial de los mercados?. Aunque al primero le están encontrando formas de combatirlo, e incluso controlarlo, el segundo sigue en el casillero de lo que no tiene remedio y que, además, es terminal… Como que en Latinoamérica estas patologías están tomando cuerpo o, quien sabe, encubiertas antes hoy están a la vista… Hay que tener presente que la actual tecnología electrónica comunicacional es una especie de magia, que pone al descubierto los secretos mejor guardados… Y aquí aparece Brasil. A través ya no de una simple radiografía. Ahora, con tecnología de punta, mediante una tomografía de imagen escaneada, con lo que se logra ver, según explican los imaginólogos, un poco irónicos, hasta los malos pensamientos…
Un gigante con mal de Parkinson es algo terrible. Y Brasil, a mi entender, expresa y muestra, muy a las claras sus síntomas determinantes. Quiere caminar y como que sufre inhibición luego de algunos pasos. Mira hacia la izquierda y sin atinar confunde la ideología del Partido de los Trabajadores con el populismo chavista de Venezuela y hasta cree, que con los integrantes del socialismo del siglo XXI, sin advertir en estos la nueva derecha, puede organizar un posicionismo de poder en la región. Y entre este ir adelante y volver para atrás, perdido del cerebro ideológico que debía guiarlo, está enredado entre el Alba y Unasur, dos ficciones de antemano divisionistas de la verdadera unidad latinoamericana. Sin réditos de beneficio alguno. ¿Qué podía esperar Brasil de seudo líderes ineptos, incapaces de incentivar el desarrollo de sus países, pero sí usar la mentira publicitaria, la persecución y la censura dictatorial, el exabrupto demagógico, y un gasto burócrata oneroso?
Brasil, con llegada tardía a las luces de la vida republicana, después de casi 70 años de su independencia de Portugal y su falsa gestión imperial, no era, todavía, un camino expedito para la democracia. Sólo una inmensa geografía, con una población en crecimiento continuo y grupo de facinerosos y aventureros destruyendo la amazonía, con genocidio de sus etnias nativas originarias en interés de sus bolsillos… La lógica del poder apuntó a sangrientas dictaduras que aparecieron para quedarse, entre uno y otro intervalo, unos 30 años más. Al rehabilitarse la república en un contexto de democracia, la primera obtenida por elecciones significó también la primera en caer por corrupción. ¿Es que el abanico de corrupciones, que venteó tan fuerte a Fernando Collor de Mello (1990/92) hasta tumbarlo, sigue aun 25 años después con idénticas o más fuertes pretensiones? Todo hace pensar que hoy, 2015, la corrupción es un evento de especialización, de alta tecnificación que, prácticamente está institucionalizada y que exige, en beneficio, cantidades ingentes de dinero, tal cual corresponde a Brasil en su gigantismo.
Dilma Rousseff, ahora presidente de Brasil quiere ser exculpada del tráfico y lavado de millones y millones de dólares ocurrido en Petrobras, cuando, en tiempos de Lula da Silva, el anterior presidente, tenía el desempeño de Presidente de su Consejo de Administración. ¿O es que como funcionaria de tan alto cargo, y luego Ministro de Energía y Minas y después Jefe de Gabinete, ni siquiera afinó el oído sobre robos, desvíos monetarios, tráfico de influencias, sobornos, contratos arreglados de sus funcionarios más allegados, y advertidos algunos periodísticamente? ¿Tampoco sabe que hasta el propio tesorero de su Partido de los Trabajadores recogía los millones, que luego repartía convenientemente, entre sus confidentes y campañas electorales, que la favorecieron para encaramarse al poder? ¿No se acuerda o no quiere acordarse? ¿Y las manifestaciones, con los gritos estridentes de “¡Dilma Fuera…! ¡Dilma Fuera! “, antes por los atracos de los estadios para el mundial de fútbol del 2014, con penosa y deslucida presencia del equipo brasilero, y ahora por los nuevos atracos en Petrobras y los ministerios? El pueblo insiste, en las calles, con su renuncia y su enjuiciamiento!
Mientras el gigante de América del Sur, medio obnubilado por ser declarado la sexta potencia mundial, se tambalea con su mal de Parkinson, que no le permite dar con bola, con una inflación que sube en más del 7%, una deuda mayor a 300 millones de dólares a los organismos internacionales, el crecimiento de su economía en receso o estacionada en cero, huelgas y movilizaciones continuas su presidente, Dilma Rousseff no recuerda nada… ¿ES QUE HA PERDIDO LA MEMORIA? Al igual que sus conciudadanos del resto de América Latina de repente sufre del mal de Alzheimer. Ella no se acuerda de la corrupción y los otros se olvidan de los delincuentes que una vez han elegido y, de nuevo, los vuelven a elegir…
La deuda externa de Brasil es de 312,8 billones de dólares; un aumento de 6,28% respecto al año pasado. Es el país subdesarrollado más endeudado del mundo. Brasil nunca ha merecido ese 6o. lugar en la escala mundial que supuestamente se le atribuye. Seguramente pagaron una coima para encontrarse allí. Brasil es altamente burocrático, corrompido y enredado. Fabrican y venden copias malas de productos americanos y europeos. Pura basura. El chavismo cubano solo lo ha rematado, retrasado y pauperizado. El PT al igual que todos los chavistas de la región es embustero, corrupto; es gente vagabunda con hambre atrasada. El escándalo de la Petrobras es solo la punta del iceberg y sigue la lógica del perfecto idiota latinoamericano: robar, engañar y perpetuarse en la teta.