Nuestra mente procesa ciertas definiciones, que de alguna manera siempre nos dejan dudas o insatisfacción, por no alcanzar a comprenderlas del todo.
Tenemos así que la eternidad no tiene comienzo ni fin, al igual que el infinito, esto en nuestra mente acostumbrada a que todo lo que experimentamos tiene un comienzo y un fin, nos produce una especie de vacío.
Otro concepto que manejamos, es que en el universo y en nuestro planeta todo se trasforma. Para simplificar la reflexión trataré el concepto de eternidad refiriéndonos a nuestras propias vidas.
Cuando nacemos procedemos de seres que han pasado el proceso que explico a continuación, en lo referente a nuestra a nuestra parte material, nuestro cuerpo. Los millones de seres humanos que han habitado el planeta y han muerto, siguen aquí, se convirtieron en polvo, que pasó probablemente a ser tierra cultivable y que se recicló como nutriente de una planta, de la que luego nosotros y otros seres vivos nos alimentamos, con parte de lo que fueron los que dejaron de existir. Vivimos nosotros por medio de ese reciclaje o transformación con que trato de explicar el concepto de eternidad.
De niño me marcó un caso, cuando hace muchos años murió un perro muy querido y el jardinero de casa nos dijo que lo enterráramos en el jardín al pie del árbol de melocotones (duraznos) y que el perro volvería a vivir en los frutos que luego comeríamos. Como nunca ese año el árbol produjo los mejores melocotones, los cuales disfrutamos como un regalo de nuestro perro.
El problema es qué pasa con nuestra alma, ¿en qué se transforma?, ¿a dónde va? Esto genera todas las corrientes filosóficas, religiosas y las creencias de la reencarnación. No quiero entrar en ese tema porque se necesita, no un escrito, sino muchos libros y discusiones. Pero sí hay algo de nuestra alma y pensamiento que perdura y eterniza.
Quizás el que esto no incluya a todos los seres humanos en el mismo nivel y en el marco mundial, no quiere decir que no existan algunos procesos con otras proyecciones que tengan el concepto de eternidad del alma, como explico a continuación:
Las ideas, pensamientos, descubrimientos, literatura, arte, cultura, ciencia y un largo etcétera, constituyen el producto inmaterial, en muchos casos, de nuestra mente, lo que se eterniza, transforma y recicla, proyectándonos en el tiempo y espacio. En una cadena de conocimientos que constituyen los intangibles eternos de los seres humanos. Esta es una forma de eternidad del alma humana
Aún las tribus más primitivas transfieren conocimientos, tradiciones, cultura y así se van transformando y reciclando todos los pueblos de nuestro planeta.
El concepto cada vez más consolidado y fortalecido de reciclaje en los procesos de la humanidad, lo hemos aprendido de la naturaleza y el cosmos, hemos entendido que todo se transforma; en unos casos en algo positivo, en otros casos en algo negativo para la vida.
Así, estamos asumiendo en cuerpo y alma como seres inteligentes y responsables, el reciclaje en todos los procesos con los que afectamos las leyes naturales que rigen nuestro planeta, fortaleciendo el proceso de eternidad como humanos vivos y no destruyendo lo que sustenta nuestras vidas, convirtiéndonos en polvo, también eterno, de un planeta que asesinamos.
Reflexionemos, responsabilicémonos y sensibilicemos, aún estamos a tiempo, reciclemos, no contaminemos, por los seres vivos de este planeta, para que tengamos futuro.