Para los que gustamos del fútbol, pero del bueno, la liga de campeones no es un hecho aislado. La semana pasada hubo duelo de titanes. El martes, mi Barça vs. el Bayern Munich, y el miércoles, el Real Madrid vs. mi Juventus. ¡Qué partidos! No morimos infartados porque tenemos buen corazón o porque el fútbol, simplemente no nos gusta.
El miércoles pasado fue un día memorable, la Juve, literalmente, enmudeció al Bernabéu, tras un tremendo gol de quien se inició en su cantera. Es como pasa en la política: «los crías», «los ayudas», «los preparas» y luego te defenestran. Quizás por eso los estrategas del «un solo poder» decidieron dejar la Asamblea igualita y no arriesgarse a subir a otro de su cantera.
El 6 de junio habrá una final de balompié esperada, no solo por los tremendos equipos que llegan (Barcelona y Juventus), sino porque este partido tiene una particularidad: estará Luis Suárez (Barça), quien en el Mundial de Fútbol pasado le propinó un «mordiscazo» a Giorgio Chiellini (Juve), con lo cual muchos estaremos atentos, no solo a los goles, sino también a los mordiscos.
Si bien, a mi juicio, en la actualidad el Barça es el mejor equipo del mundo, los que seguimos hace un montón de años el fútbol, no podemos dejar de anhelar ver a Gianluigi Buffon y a Andrea Pirlo levantar la copa; la merecen.
Quizás la tan esperada final de la Liga de Campeones se defina por un gol o tal vez por un mordisco, así como el que le metieron a los jubilados del IESS al aprobar la Ley Orgánica para la Justicia Laboral, que les mermó el 40% de sus ingresos a largo plazo, y que como algunos ecuatorianos dicen, «ni se ha de sentir».