La amistad es una devoción y así, los amigos somos devotos cada uno del otro. La amistad es un templo. La amistad no es un negocio ni es parte de la conveniencia. Se es amigo o no se lo es. La amistad no es un dictado teórico de reglas y teorías, es lo mas sencillo del mundo; ante la amistad soy tal como soy, dejo a un lado las mascaras y grito a todo pulmón para escuchar el eco en la montaña. Me trepo a un guinguirigongo y feliz bailo el sube y baja de las circunstancias. La amistad es un circo sin payasos y con muchos malabaristas, la entrada es gratis y hasta se puede pagar por adelantado. La amistad es el otro, con el otro, para el otro; es entre el otro, los otros y yo.
La amistad puede ser un maravilloso instrumento de intimidad. Por eso puedo llegar a ser un buen amigo de mi pareja, hijos, padres, familiares y ser un buen acompañante para ellos y así ser ellos buenos acompañantes ante mis fuegos y temblores.
Siendo amigos podemos ir, salir a conquistar reinos perdidos y rescatar princesas secuestradas y regresar sanos y salvos a continuar la vida. Con mi pareja siendo amigos hacemos de nuestra vida juntos una aventura donde el amor juega, la buena suerte nos tira las cartas, entendernos nos tiende la cama y hacer silencio mientras te miro y escucho es la respuesta al milagro de estar juntos. La amistad contigo es un suave secreto, es la orquídea escondida en la selva y que encontrándola ya no la pierdo jamás.
La amistad ante la dolor y la fortuna: inafectada, redimida, dispensada, servicial. La misma en la sombra y en el sol del mediodía. La amistad es un milagro, aparece y deja huellas, a veces es siembra ponderada, en otras se seca y sobrepasa a los desiertos.
Puede que esté soñando con la amistad. Es posible, son ideas estás, pueden ser idílicas, de corto alcance o un aporte de la ilusión. La amistad también se perdió en el camino. Pero qué lindo son los amigos y tener amigos. Creo que ya no hay amigos para toda la vida, es que ahora la vida dura tan poco que los amigos son lo primero que menos dura. Por ejemplo, tuve un amigo, años de amistad, desde jóvenes e inocentes. Es verdad eso, que cuando somos inocentes, uno cree que los amigos son para siempre. Bueno a este amigo le fue bien en los negocios, un día organizó una gran fiesta en la casa nueva y nos invitó a mi esposa y a mí al festejo. La fiesta bonita y muy festiva, mostraba derroche. Me asombró no ver a nuestros antiguos amigos en la recepción. Se lo pregunte al anfitrión y él me respondió diciéndome:
-“No los he invitado porque ahora tengo los nuevos amigos de mi nuevo estatus”. Haciéndome ver que mi presencia allí, era un privilegio. Terminada la fiesta decidí no aceptar el privilegio y pasarme al bando de los no privilegiados. Con el tiempo, tuve la ocasión de ver a este susodicho fracasado en los negocios, renegando de que los nuevos amigos no fueron fieles y ahora envuelto en la triste frazada del fracaso pretendiendo regresar a lo que antes fue y ya no lo es.
Puede ser que se tenga amigos de acuerdo al escalón en que se uno se haya de acuerdo a la escalera social en que te encuentras.
Eso quiere decir que sí estás bien tendrás buenos amigos. Pero qué pasa si la cosa se pone dura, como sucede a todos. A mí me ha pasado que he tenido que comérmelas duro, ante la gravedad de un conflicto repentino sin tener junto a mí a aquellos que consideré amigos. Algunos y algunas no quisieron involucrarse o no se dieron por enterados. Hubiera querido que me escuchen, que simplemente estén ahí con mi dolor, mi sufrir, que traigan su buena sombra, su frescor. Por eso con el tiempo he aprendido que amistad no es un hablar juntos ni separados ni palabrearse mintiendo que todo está bien. He aprendido que la amistad es un perdón.