La herencia es un acto jurídico mediante el cual la persona que fallece trasmite sus bienes, derechos y obligaciones a otras personas.
Históricamente, escuchar la palabra herencia traía consigo dos sentimientos contrapuestos, el primero una enorme tristeza por la perdida de un ser querido, y la segunda un regocijo por la herencia.
Hoy escuchar la misma palabra herencia nos dignifica dos cosas, la primera tristeza y la segunda rabia. Tristeza por esa misma lamentable perdida del ser querido y la segunda, rabia porque el difundo nos dejó jodidos y con deuda.
Se comenta por allí que el anunciado proyecto de Ley Orgánica para la Redistribución de la Riqueza, trae una nueva tabla que supera el actual máximo 35% a la herencia, con un nuevo techo de 47,5% al excedente de la fracción básica para los legitimarios del causante y un 77.5% para el resto de herederos.
El impuesto que grava a las herencias, se carga siempre a los respectivos beneficiarios, es decir que se aplica a los herederos directos como padres, hijos, nietos y abuelos, a quienes para heredar les toca aflojar un billete; el «ingenuo», recordando a Stendhal en «La cartuja de Parma», dice que si no tienen efectivo, que repartan acciones entre trabajadores y obreros, «la carne» y las deudas solo para el heredero, el «hueso»: lo «ancho para el sabido y lo angosto para el «c….o». Amen.
La pretendida reforma al impuesto a la herencia ha causado un sinnúmero de reacciones en el Ecuador. La gran mayoría no son ricos herederos, sino gente que a través del esfuerzo y la superación han logrado a través de hipotecas y deudas conseguir sus casas de ensueño y sus carros familiares, y quizás una casita en la playa con los maravillosos prestamos del fabuloso Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.
Algunos tenemos hasta 3 trabajos para poder completar el presupuesto familiar, con escasas horas de sueño y con mucho sacrificio para que a nuestros hijos no les falte nada.
Hoy vale pensar en aquel famoso refrán que dice: “en vida Hermano, en vida”, pues a este paso, las herencias pasarán a mejor vida junto al difunto.