21 noviembre, 2024

Pecados capitales

La lujuria que genera el exceso de poder, no resulta ajena a aquellos gobiernos que en nombre de la democracia mal entendida, pretenden apoderarse de todo mediante atropellos y abusos en nombre de un pueblo que a larga no saben representar.

El cheque en blanco recibido en las últimas elecciones legislativas ha sido mal entendido y mal utilizado por la gula de un movimiento político que pretende imponer un modelo inconsulto y ajeno al sentimiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos ecuatorianos. Muchos de los cuales, facilitaron al partido de gobierno la increíble oportunidad de legislar sin contratiempos, en bandeja de plata, olvidando que ese pueblo no renunciaría a su democrático derecho a reclamar y exigir las rectificaciones del caso.

La soberbia y la ira, se han impuesto en el estilo de un ejecutivo, que tenía al alcance de sus manos todas las herramientas para gobernar  en paz, y con la facilidad que ningún otro gobierno en la historia de nuestra democracia jamás había experimentado.

El poder ha transformado en codicia la voluntad de muchos colaboradores que dejaron de pensar independientemente, para caer en las obscuras garras de un movimiento que juraban podría mantenerlos indefinidamente en la cúspide del poder político.

La envidia, ha sido inculcada como centro de una ideología divisionista, bajo un errado criterio de mejor distribución de la riqueza, en la que se busca castigar al esfuerzo, al trabajo, al sacrificio de la clase media, de los pequeños y medianos emprendedores, de las empresas familiares, de quienes arriesgan capital y generan trabajo y riqueza, para alimentar a una inmensa burocracia, a funcionarios públicos con poderes ilimitados, y a instituciones poderosísimas y sin control, de un estado que pretende ser cada vez más glotón y obeso, a costa del trabajo de sus ciudadanos y de la riqueza de todos los ecuatorianos.

Las continuas y cada vez más numerosas manifestaciones a nivel nacional de ciudadanos de todos los estratos sociales y económicos, razas, e inclusive ideologías políticas, no hacen más que demostrar que la acumulación de errores e imposiciones, han terminado con la paciencia, la generosidad, la humildad, de una inmensa cantidad de ciudadanos, que con templanza y diligencia han decidido tomarse las calles para demandar que sus exigencias tendrán que ser escuchadas.

Las virtudes, que también ha tenido este gobierno a lo largo de sus más de 8 años de permanencia en el poder, lamentablemente están siendo minimizadas por el afán de imponer un modelo económico y político inconsulto, pero claramente repudiado por un sector mayoritario de la población ecuatoriana, que ha venido demostrando en las últimas semanas que no cesará en sus esfuerzos hasta obligar democráticamente a corregir la serie de errores cometidos por la revolución, que deberá finalmente entender que los ecuatorianos tenemos principios con los cuales no negociamos, a diferencia de lo que suele ocurrir internamente y a nombre de un proyecto político que no siempre tiene el beneplácito de la mayoría de ecuatorianos.

 

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Es extraño, pero parece que los defensores de este desgobierno por épocas y en hordas bien organizadas, se quieren apoderar de cuanto espacio informativo tengan a su alcance, para, emulando a sus mentores, pretender descalificarnos, por el simple hecho de no estar de acuerdo con la cadena de sinvergüencerías, arbitrariedades y abusos, que se siguen cometiendo, desde que en la ya frágil democracia ecuatoriana, asumió el poder un personaje, que en vez de investirse con el poder presidencial que le fue conferido, adoptó una postura de “soberano”, y confundiendo.

La majestad de su cargo, con el cargo de “su Majestad”, pretende subyugarnos a todos los de este País a que obedezcamos sus edictos y disposiciones, como si Ecuador hubiera cambiado de su sistema presidencialista, al de monarquía autocrática, a la orden del nuevo dueño de la comarca.

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