21 noviembre, 2024

El soberbio

Cuando un ser humano crece, va encontrando a lo largo de su vida, distintos comportamientos que nos hacen pensar que, en ese camino, aprende cómo proceder.

A los tres años deja lentamente ese absoluto narcisismo y egocentrismo que le ayudan un tiempo a pasar a otro ciclo de vida. De los cinco hasta los siete años está en otra etapa, diferente, más altruista, pero a ratos pierde la compostura y regresa al comportamiento narcisista. De ahí, hasta los diez u once tiene mayores acercamientos a las reglas y eso lo aproxima a ser un buen ciudadano, salvo cuando no tiene las guías, que lo orienten en los caminos más difíciles: «quiero todos los juguetes solo para mí». De ahí hasta que tiene 24 o 25 años, ya podemos encontrar a un hombre hecho y derecho, cumplidor de las leyes y conocedor de las normas de convivencia, pero por supuesto, no libre de los ataques de las regresiones, al retomar conductas de niños malcriados de épocas tempranas de su existencia: berrinches, llantos, gritos, miradas torcidas, risas nerviosas, etc.

Ya adultos, muchos actúan con coherencia y en su mayoría maduran. La conciencia nos dice que no podemos tener lo mejor de ambos mundos (no podemos peregrinar por el socialismo, viviendo como capitalistas) y entonces vienen la serenidad, la sensatez y la racionalidad. Sin embargo, ciertos individuos, por lo general de sexo masculino, regresan a esas tempranas edades de la pataleta, de la intolerancia, del egocentrismo; y a sus cincuentas actúan con soberbio infantilismo: «lo quiero todo».

La soberbia, según el diccionario es la «altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros», «cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas». Si miramos alrededor, seguro conocemos a más de un «maduro» descompuesto, incluso «algunitos» de estos personajes soberbios aparecen hasta por «la tele».

A unos las marchas los calman, a otros los gritos desenfrenados y la confrontación, por ello urge entonces en Ecuador implementar esa «contemplación» de conformidad con el Plan Nacional del Buen Vivir. Quizás ahí, algunos abandonen la soberbia.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×