22 noviembre, 2024

Después de la marcha …

Las marchas son originadas por el descontento ciudadano.

No pertenecen a ningún partido político y tampoco tienen una ideología determinada.

Son la expresión de un pueblo cansado de un autoritario sistema de gobierno que nos han tratado de imponer.

La gente desfiló en las distintas ciudades del país por que venció el miedo que tenía para protestar.

Lo hiso porque está cansada del permanente abuso y la violación a la constitución de la república.

Estas protestas masivas son la expresión del reclamo popular contra el gobierno autoritario, impuestero y prepotente.

En el caso del alcalde de Guayaquil, este capitalizó el descontento de la ciudad en una marcha cívica.

En el caso del alcalde de Quito, recibió duras críticas de un pueblo que llevaba quince días protestando y que solo a su final, recibió a un apurado alcalde que se trataba de subir a la camioneta de una manera tardía.

Estas marchas no son efectuadas para reclamar contra la ley de la herencia y la plusvalía.

Son la protesta ciudadana de un pueblo que se expresa libremente en las calles.

Es el rechazo a un mandatario insensible que desconoce este reclamo.

Es una manifestación contra un gobernante que por el contrario de escuchar lo que masivamente le dice el pueblo; lo minimiza.

Es contra un presidente que entiende estas marchas como una salida a las calles de personas  pagadas por los millonarios, para que desestabilicen su gobierno.

En esta postura ciega e incomprensible es donde radica la peligrosidad del incierto futuro de la patria.

En cada intervención que hace el gobernante, sus palabras solo incitan a que este pueblo se enardezca más.

Es como si quisiera apagar un incendio con más fuego.

Cada vez que miro el sardónico rostro de quién minimiza este reclamo nacional, veo la personalidad de un hombre prepotente, que solo cree en la magnificencia de sí mismo.

Es la respuesta necia de un sobrevalorado de sí mismo que se niega a ver la clara realidad de un descontento nacional.

No se puede desconocer o minimizar la protesta de un pueblo que perdió el miedo y reclama democráticamente dentro del orden constitucional establecido.

Si el gobernante fuera sensible al masivo pedido de rectificación que se le ha hecho, debería dar paso al referéndum para la reelección presidencial, debería suprimir las dos leyes en la asamblea, debería abolir a la Supercom y debería de abandonar cada espacio público que tiene para insultar a sus opositores.

Estas serían las pruebas tangibles de la madurez de un estadista que gobierna y rectifica.

Nadie cambia después de los diez y ocho años.

Mucho menos los individuos prepotentes que se creen ungidos para determinados fines.

Lo más probable es que el tono beligerante de ahora se modere por la venida del papa.

Estoy seguro que el gobernante aprovechará todo lo que pueda esta circunstancia y hasta tratará de convencer al Papa de que el descontento en el país se debe al reclamo de unos pocos ricos porque él está haciendo algo similar a lo que hiso el hijo de dios.

Luego de que el Papa se marche, medirá el nivel de perseverancia de la protesta y no tengan la menor duda….!atacará nuevamente!.

Hay una fábula de un escorpión y una rana que se iban a ahogar y estaban en la vereda de un rio.

El escorpión le suplicaba a la rana que lo lleve en su espalda hacia la otra orilla para salvarse.

La rana le decía que no podía hacerlo porque sabía que en cualquier momento el escorpión le iba a clavar su aguijón y la mataría.

El escorpión le decía que eso no era posible, porque si así lo hiciere; él también se ahogaría.

Por eso la rana aceptó llevarlo en su lomo.

Sin embargo cuando estaban a la mitad del rio, el escorpión le clavó su punzante aguijón a la rana, que mientras agonizaba le decía: ¿Porque me has clavado tu aguijón si también tú morirás?

¡Porque esa es mi naturaleza!… Respondió.

Los dos se ahogaron.

Igual sucede con el mandatario.

Su naturaleza no le permite cambiar para rectificar.

Morirá en su necedad pensando que solo él tiene la razón y que todos los demás son unos opositores.

Minimizará la marcha de Guayaquil, a pesar de ser el movimiento de protesta ciudadana más grande y multitudinario de todos los tiempos.

Nunca antes en la historia de nuestra república, han salido tres cientos cincuenta y cinco mil personas protestando masivamente contra un presidente.

Como veo las cosas todo seguirá igual y el descontento aumentará.

Tarde o temprano se cumplirá el axioma: En toda protesta pública la plata la ponen los ricos, las decisiones las toman los políticos y la sangre la pone el pueblo.

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