Aunque muy rimbombante en su pretensión de aparecer como el salvador, ante el deterioro y desfase sociopolítico de la política tradicional, el llamado socialismo del siglo XXI, ha quedado al desnudo por su propia confusión ideológica. Antes que nada, en su afán de promoción perdió, en el camino, el sentido de las proporciones. De un tajo advirtió que los conocidos socialismos del siglo XX dejaron de representar el liderazgo de la lucha de masas por el poder. Pues, claramente sus voceros han definido que, todo antes de su aparición es pasado, y que el pasado es lo retrógrado. Sin apelación de ningún tipo.
Sin embargo, esta “buena nueva”, que anuncia un mañana paradisiaco, no es ni buena ni nueva…¿Por qué? Pues solo resalta como simple remedo de los típicos populismos que tanto han corroído a Latinoamérica, por años y años… Y, por supuesto, igual que todos los populismos, se abanderan con algunos iconos y símbolos convertidos en sagrados. En especial está la “defensa de la patria”, que en sus mentalidades siempre está en peligro, puesto que siendo los integrantes del socialismo del siglo XXI la patria, los demás son los enemigos… Insisten en el “nacionalismo” chauvinista de que todo lo propio, por malos y pésimos que sean sus contenidos, es lo mejor. E incluso lo mejor del mundo, demostrando que sus impulsadores no saben ni que es lo mejor ni que es el mundo. Pero esto no importa, cuando lo mejor es declarado así por el gobierno, guste o no. ¿Y la soberanía nacional? Es la otra argolla de donde se cuelgan estos socialistas que gritan contra la dependencia con Estados Unidos, pese a que siguen manteniendo los mercados comerciales, industriales y financieros con el imperio que, de boca a fuera, odian.
Desde la perspectiva conceptual doctrinaria el socialismo del siglo XXI no propone nada. Total, ya todo sobre los socialismos está dicho para unos y para otros, desgastado. Fracasado. Archivado. En su desesperación no tiene más que protegerse con los jurásicos modelos “soviéticos”, absolutistas y dictatoriales, y contradictoriamente, entonces, reconoce a los autoritarismos estilo Cuba y Corea del Norte como aliados de primera. Complementariamente, para no sentirse aislado mirándose al espejo, ha buscado todos los gobiernos que, aunque en pleno disfrute capitalista, como Rusia y China, aparentan ser populares. En la práctica ha resultado, tal cual era de esperarse, calco y copia de los despotismos de siempre. Acumulación de las funciones del estado en las manos de un centralismo burocrático, manejado por un ejecutivo sobredimensionado como legislador y juez. Nada escapa a su mirada y hace las veces de cedazo de contratos, de diseños, convenios y financiamiento de obras públicas. Además de nombramientos de funcionarios y órdenes sobre a quienes hay que enjuiciar, perseguir políticamente y fiscalizar…
En Latinoamérica los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Brasil están exiliados en un discurso neofascista, con la careta neosocialista de apoyo a los más necesitados. El resultado ha sido por demás oneroso. Un derroche multimillonario económico mantiene una burocracia inútil e injustificada técnicamente, como pago clientelista eleccionario. Créditos externos abismales que superan toda posibilidad de pago mediante la producción interna y utilizados antes que en inversión, en simple gasto corriente. Desmantelamiento, en general, de la maquinaria de producción privada por cierre confiscatorio o por salida de sus capitales al extranjero, ante un incentivo cero en su permanencia. Ningún apoyo real, efectivo para la producción nacional que genere fuentes de trabajo estable y con salarios reales, que permita manejar sin sobresaltos diarios una canasta familiar equitativa.
Ninguno de estos países, en estos tiempos de socialismo del siglo XXI, ha podido superar hacia niveles estables mínimos ni la miseria social, ni la ausencia alimentaria básica, ni una educación reglada capaz de ir más allá de un alfabetismo funcional, ni un seguro universal obligatorio que genere una salud de estabilidad familiar… En cambio, grandes pancartas en las carreteras, puentes, edificios explican los grandes adelantos logrados. ¿Y las propagandas, en cadenas diarias de tv? Presentan una visión de pueblos viviendo en paraísos de abundancia y excesos. El endiosamiento de los mandatarios, mediante despliegue de gigantografías, en alusión a su necesidad de rendirles pleitesía, completa el cuadro del experimento ideológico político del socialismo del siglo XXI. Todo, al margen de un estado de derecho que contradice toda democracia basada en la justicia y las libertades. Valga traer a colación las declaraciones de José Mujica, ex presidente de Uruguay, referidas a Venezuela, ya incluso en época de Chávez. Declaraciones que bien vale, sin sufrir distorsión, extrapolarlas a los otros países del Socialismo del siglo XXI, hoy con abrumadoras e iguales consecuencias socialmente desastrosas.
Para el ex guerrillero tupamaro, decepcionado de la Cuba castrista, en “cuyo modelo nunca creí”, explica que aunque valora los esfuerzos de la Venezuela chavista, “eso no es socialismo. Ni parecido. Es la forma más larga de terminar en el capitalismo”. Insiste, que “le advertí desde el principio, (a Chávez) que no iba a construir el socialismo. Y no construyó un carajo!”. ¿Cuál es, en finales, el resultado de este socialismo fantoche y de cartón, de aplausos pagados? Países sumergidos con sus líderes socialistas en la corrupción como Brasil, con inflación y mercado negro sin control como Venezuela, en plenitud de impunidad y violación constante de su Constitución como Ecuador, en entrega de sus riquezas mineras a un extractivismo por las multinacionales del mismo imperio que maldice, como en Bolivia…
Marco como siempre, te felicito por tus articulos y tus comentarios, tan acertados y realistas, y deseando que de una vez, se terminen con estos farsantes que nos gobiernan y quieren convertir nuestra querido Ecuador, en otro pais de hambre, miseria y corrupcion como Cuba y Venezuela.
«Comunismo, Socialismo y Nihilismo, horrendos males y casi muerte de la sociedad civil».
León PP.XIII,»Humanum Genus».
“Estos tipos hablan como Marx, gobiernan como Stalin y viven como Rockefeller”
(Julio Montoya)