23 noviembre, 2024

La paz que quiere el Papa

No  la de los cementerios… Que es la de los déspotas, autócratas, dictadores… La paz que quiere el Papa es  la paz  viva,  que  proyecte la luz del espíritu misional en medio de la fraternidad,  en la relación social de sus fieles. La que emerge, entonces, como derecho social  de la vinculación armónica entre  la  justicia y la libertad. Porque sin justicia y sin libertad no hay paz… No hay lugar  para su presencia. Y en ausencia de ambas solo prospera la iniquidad… O sea, el desprecio humano que, dadas las circunstancias, puede convertirse en  corrupción, impunidad, malversación moral, persecución política… La esperanza de este Ecuador, en consecuencia, es restablecer la paz. O lo que es lo mismo conseguir  vivir, en lógica coherencia,  en un contexto social  de libertades y  plenitud de justicia…, hoy por hoy negado,  terminantemente, a sus poblaciones.

De cualquier forma que sea mirada la actualidad ecuatoriana con la venida  del Papa, no impide, por ningún motivo, insistir  en la lucha contra la dictadura de Correa. Pues, al no cumplir con los derechos sociales de los ciudadanos violando, día y noche, la Constitución ha promovido el caos institucional,  expulsando del país la paz social. El grito de ¡Fuera, Correa, Fuera!  en vez de debilitarse, incluso, está en la obligación de crecer y robustecerse, en las calles de todo el país. Y  con más fuerza durante la estadía de Francisco para  recordarle que lo del milagro ecuatoriano es  una mentira.

Una mentira  que ha costado al país 8 años de derroche económico, miles de millones de dólares en deuda pública, persecuciones  políticas insensatas, incumplimiento del seguro social universal  y saqueo  a sus organizaciones, metida de mano en la justicia e inculpando a dedo, mediante fiscales y jueces sometidos a costa de impunidad, censura  para informar y opinar  a través de una ley  de comunicación y una superintendencia controladora  de lo que se piensa y dice… Y que no se repita, escondiéndose en moralismos hipócritas pasados de moda, que  expresar  la inconformidad  social que vive el país  sería una grosería hacerlo  ante el Papa. ¿O es que para  hablar con el Papa  hay que blindarse la conciencia por autocensura, callar la verdad  y complacientemente  mentir …?

¿Queremos la paz? Si. Pero tal cual expresamos antes, la paz  en lógica coherencia,  desde un contexto social  de libertades y  plenitud de justicia…, hoy por hoy negado  terminantemente a sus pobladores. Pues, tal cual expresa la Encíclica Pacem in Terris de  Juan XXIII (1963)  “la paz será palabra vacía mientras no se funde sobre el orden… basado en la verdad, establecido de acuerdo con las normas de la justicia, sustentado y henchido por la caridad y, finalmente, realizado bajo los auspicios de la libertad”. Consecuentemente, en esta misma Encíclica  está dicho “los gobernantes que no reconozcan los derechos del hombre o los violen faltan a su propio deber y carecen, además, de toda obligatoriedad las disposiciones que dicten”.

¿Es que este llamado a la resistencia necesita, acaso, de un clima primaveral para ser dicho y para ser escuchado, o  permiso de las autoridades para ponerlo en práctica? “Toda ley injusta, lo declaró ya en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino, proviene de la violencia y es violencia”.  La paz que quiere el Papa, tal cual  está muy claro en la Encíclica Pacem in Terris de Juan XXIII, “ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”. Solo los enceguecidos por el poder desprecian esta paz, la verdadera paz…

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Aceptemos a los demás sin juzgar

“Lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes…; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor.” San Pablo

Debemos recordar que con la misma vara que juzguemos seremos juzgados y antes de juzgar debemos analizarnos a nosotros mismos: vernos en el espejo

Cuidado con los curuchupas y los hipócritas que creen que no tienen fallas mientras que son más veloces que la lengua de un sapo para juzgar a los demás. Muchos viven del chisme trágico para otros, y se regocijan de las tragedias de los demás. Para inventar chismes son más creativos que Julio Verne.

3 comentarios

  1. No sé ¿cuándo la gente sensata se va dar cuenta que Correa sufre de la misma patología mental que sufrió su padre??

    El país está en manos de un enfermo mental al que hay tenerle mas lastima que otra cosa.

  2. El Papa no habla ex cathedra en sus encíclicas, entonces se diría que no mueve al católico la obligación para actuar concomitantemente. Pero evidentemente que estos documentos, cuestionadores críticos de la FE casi siempre, no pueden pasar desapercibidos para los católicos. Si encíclicas como Laudato Sí, ponen la piel de gallina a muchos conservadores, ateos y agnósticos subestimadores de los compromisos de la iglesia con la sociedad, cuanto más debería despertar inquietud y provocar afán en nosotros católicos por tornar en prurito el sometimiento de nuestro poco o mucho bagaje doctrinal al escrutinio constante de la conciencia social, aquella della casa comune.

    En países como el nuestro, donde la probabilidad de que un indígena o una persona de raza negra nazca y muera pobre, con menos oportunidades de educación e inserción digna al aparato productivo durante su vida, la inequidad social es todavía lacerante. No puede haber paz, si no hay justicia, y la inequidad por más vuelta que demos con laberintos lexicales, existe, cuestiona nuestra fe y es injusticia.

    Saludos desde New York

    -Wilson Suárez

  3. Estimado señor Arteaga:
    Los mensajes que dió el Papa Francisco todos enfocaron a la familia, a la tolerancia, al respeto de las opiniones diferentes, a la verdadera justicia, a la igualdad de derechos y a la libertad que deben gozar todos los ciudadanos. Palabras sabias, llenas de mucho amor y que exigen un cambio de 360 grados a los destinos de nuestro país.

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