A veces creo que soy algo diferente.
Con frecuencia pienso en las grandes incógnitas del universo.
Quiero saber porque estoy vivo y trato de encontrar las razones por las que soy consciente de este vivir.
Se debe mirar más allá de lo que se ve.
Muchos creerán que pierdo tiempo, habiendo cosas mucho más importantes como producir más para comer y pagar lo que se debe.
Hace pocos días me hicieron una entrevista.
Los periodistas me preguntaban si era cristiano y si creía que sería feliz en la vida después de la muerte, estando en un paraíso junto a Dios.
Les contesté que por el contrario, sería muy infeliz porque a pesar de estar junto a Dios, en ese paraíso no iban a estar conmigo mis nietos, por lo que así estuviera junto al mismo Dios, sufriría interminablemente porque en ese lugar no estarían mi mujer, mis hijas y sus hijos, ya que se quedarían en la vida terrenal.
Mi intelectualidad se mueve a base de razonamientos y disquisiciones.
Con mi inteligencia obtengo conclusiones mediante el sentido común y los conocimientos derivados del saber que las respuestas a todas las preguntas, se encuentra en la naturaleza.
Es igual una gota del mar que todo el mar.
Ambos se sujetan a los mismos principios y se controlan por las mismas leyes.
La evolución nos enseña que todo se transforma.
Hemos sido minerales, vegetales, animales y animales razonantes para culminar como seres espirituales.
Al morir nos trasformamos en una energía que no necesitará de un marco físico para su existir.
Esta fluirá en un nuevo plano existencial como una fuerza en una distinta dimensión que será regentada por otras leyes y otros principios.
Si somos creados y procreados por el amor, en la existencia que tengamos en cualquier plano superior, llevaremos la memoria de aquellos que quisimos, para continuar amándolos en la nueva vida espiritual que lleguemos a tener.
Si no tuviéramos esa memoria del amor, no tendría sentido amar a nuestros hijos o a quienes queremos, puesto que si no vamos a recordar estos amores, ¿de qué nos sirve tener esos amores?
La teoría de la reencarnación y las vidas sucesivas, nos dice que viviremos tantas vidas como sean necesarias para purificarnos y ser parte del espíritu universal.
Si esto fuera cierto y suponiendo que yo haya vivido cuarenta de estas vidas anteriores, en este momento no recuerdo a quien he amado en mis cuarenta vidas pasadas, por lo que me pregunto: ¿de que me sirvió amar a todos los hijos que tuve en esas vidas? ¿Para qué amé a todas mis mujeres en esas vidas sucesivas?
¿Para qué los amé si ni siquiera los recuerdo?.
La realidad es que no sé a quienes habré amado antes de ahora.
Por eso no tendría sentido el haberse portado bien o mal en otras vidas, porque en la vida actual no se recuerda a quienes se amó o dañó en las pasadas.
El mismo concepto de Dios es humano.
Algunos lo conciben como un anciano de piel blanca, viejo y barbado.
Muchos como un musulmán profeta, otros como un judío barbado etc.
¿Por qué razón Dios no es negro, indio o chino?
¿Qué mejor que sea mujer y guapa?
Dios no puede ser aprisionado entre las limitaciones físicas de la carne.
Tampoco puede ser pensado como un ser divino que existe desde siempre en nuestra imaginaria medida del tiempo.
El tiempo es inexistente.
Es solo un invento humano para dar sentido a la experiencia.
Es intemporal, carece de principio; no tiene final.
Solo somos conscientes del presente; nuestra realidad es un estado de conciencia.
El pasado no existe; ya pasó.
El futuro no existe; no pasó.
El presente es solo una existencia entre dos inexistencialidades y nada puede existir entre dos inexistencialidades.
Para entender el antes y el después, debemos entender que todo existe porque lo podemos entender.
Nunca hubo un antes ni un después.
Jamás hubo un nada y luego un todo.
Ambos coexistieron en el mismo espacio desde siempre.
Ahora que se ha aislado la partícula de Dios, se ha encontrado a la antimateria de toda la materia.
Esto nos otorga un nuevo enfoque sobre el origen de la vida.
El principio filosófico de este nuevo comprender, parte del hallazgo científico de que cada cosa ya existía antes de existir.
El universo es una realidad que procesamos solo cuando lo podemos percibir.
Todo se acaba cuando acaba nuestro estado de conciencia.
Esto simplifica el concepto de Dios.
Lo reduce a dos posibilidades deductivas conceptuales: Dios es un principio o una energía.
Si fuera un principio, estaría rigiendo en todo lo creado, pero tendría que haber trascendido de manera inmutable a través de todos los tiempos.
Ese principio de inmutabilidad no existe, porque todo se muta con el tiempo y los principios se adaptan a esas mutaciones.
Por eso conceptualizo a Dios como una energía.
Esta ha sido desde siempre de dos clases; buena y mala.
Si buscáramos a la única energía que tiene a estas dos energías, concluiremos que la única energía que contiene a las dos es el amor.
Así como el hielo y el vapor solo son variantes de la misma temperatura, el odio y el amor solo son variantes del mismo sentimiento.
Siendo el amor la única energía que se encuentra inmutable desde siempre, debemos concluir qué solo Dios es esa energía y solo Dios es el amor…
Bueno su articulo, muy filosófico y entendible para todos, lo he disfrutado.