23 noviembre, 2024

Vida privada

Algunos dicen que existen 3 tipos de vida: la pública, la privada y la secreta. La pública es conocida por todos, la privada está reservada a la familia y la secreta, por lo general, solo la comparten dos.

A nivel mundial existen muchos adictos a las redes sociales que suben a su Facebook todo lo que pueden: fotos de sus familiares, fotos personales, seductoras, dónde estudiaron, dónde viven, dónde trabajan, vacaciones familiares, qué lugares frecuentan. Lo comparten todo con propios y extraños, sin tener conciencia de los peligros del uso inadecuado de las redes.

Las consecuencias pueden ser variadas, desde la usurpación del perfil, violación a la privacidad, pérdida de un trabajo, extorsión, secuestros; todo porque a algunos les gusta estar expuestos en Internet sin medir las consecuencias propias y para terceros.

Muchas madres comparten fotos de sus hijos, casi siempre para recibir algún comentario positivo de amigos y familiares, olvidando que los niños y adolescentes tienen derechos protegidos por el Estado, entre los cuales se encuentran el derecho a la imagen y a la privacidad.

El Código de la Niñez, específicamente prohíbe la publicación o exhibición de imágenes que permitan la identificación de un niño o adolescente sin su autorización expresa o la de su representante legal, pues la ley busca la protección del menor frente a actos como el «morphing», práctica mediante la cual personas inescrupulosas copian fotos sacadas de Internet y realizan un montaje fotográfico con una imagen pornográfica. Por ello la ley prohíbe publicaciones sin consentimiento.

Más allá del peligro que conlleva subir toda nuestra vida privada a las redes sociales, debemos pensar en el tiempo que se pierde husmeando en la existencia ajena. Algunos incluso lo hacen en su lugar de trabajo, lo cual los puede volver menos productivos, sin considerar que el Código Laboral prohíbe al trabajador «usar los útiles y herramientas suministrados por el empleador en objetos distintos del trabajo a que están destinados».

Recordemos que la intimidad personal y familiar es un derecho humano fundamental.

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