Leí que la vida es la única enfermedad sin tratamiento, porque hagamos lo que hagamos siempre termina con la muerte.
La ciencia y la medicina, y todas las ramas de la salud intentan mantener y prologar la vida, cuando no ocurre, surge el pesar, el lamento o la decepción. ¿Por qué? Si sabemos que de cualquier manera, así será.
La respuesta es que existe un engaño milenario, el engaño del ser que se quedó atrapado en la fantasía del mundo.
La vida no es lo que creemos, la vida es como un camino, sucede que somos caminantes confundidos. El cansancio y la sed que se originan al ir avanzando, nos debilitan y nos marean, comenzamos a divagar en fantasías. Llegamos a algún lugar agradable, nos rodeamos de gente que nos gusta y empezamos a hacer cosas buenas o malas, pero que nos agradan, por lo tanto nos dan placer; de nómadas nos volvemos sedentarios, formamos grupos, tribus, para sentir seguridad, para creer que estamos protegidos, y ahí donde hay protección nada podrá perturbarnos. Surgen los planes, los deseos, los proyectos, las torres de Babel.
Esto no ha ocurrido ahora, existe desde el inicio de la humanidad en esta tierra, y el eslabón perdido que tanto seguimos buscando, no es un tipo de hombre específico. Ese eslabón que nos desconecta del origen, no es un hombre, es un momento, es el instante en que cambiamos la mirada interior que apuntaba a la verdadera meta, y nos dirigimos a lo que solo se ve con los ojos físicos. A lo que captan nuestros cinco sentidos elementales.
Como tan exquisitamente lo expresó Antoine de Saint Exupéry en su libro-leyenda: El principito: “Lo esencial es invisible a los ojos.”
El mundo está lleno de ruido, hay bulla por todas partes. Yo les digo, que sin silencio interior y exterior no habrá salud. Ya que salud es el completo estado de bienestar. Como es completo no puede ser a medias, o hay salud o no la hay.
El ruido no es solo la música puesta a un volumen muy alto. Ruido es todo aquello que nos distrae y nos lleva a dejar de hacer las cosas que debemos hacer, y nos impide ser coherentes con nosotros mismos; es decir, para sentir, pensar, hablar y actuar siempre y en toda circunstancia, de la manera adecuada y acertada. Con los principios correctos que respetan a la naturaleza y a todos los seres que la conforman, comenzado por nosotros mismos. ¿Cuál es esa manera acertada? Mi abuelo Armando me dijo que hay que actuar con lógica, así cuanto haga no me dará ni sufrimiento ni arrepentimiento.
La gente se enferma porque sufre, no sufre porque se enferma.
Aunque hay un sufrimiento distinto, que es aquel que llega con una gracia de consciencia, que purifica al ser humano, fortaleciéndolo internamente y llenándolo de sabiduría. En este punto puedo decir que solo la experiencia personal les confirmará mi afirmación. Ese conocimiento no es transmisible, ya hay que experimentarlo. Es algo así como aprender a caminar o andar en bicicleta. Nadie lo puede experimentar por ti.
Aquí, hagamos lo que hagamos siempre habrá enfermedad, porque no nos han enseñado a desconectarnos de la dualidad: sufrimiento-gozo. Pero sin dejarnos llevar por el fatalismo o la desesperanza lo que si hay que hacer es tomar conciencia. Ser conscientes es estar aquí y ahora, centrados en lo que nos toca hacer en el momento que toca hacer.
Hagan la prueba, quédense un momento observando su respiración, si llega un pensamiento lo dejan ir, que llegue, pase y siga su camino. Permanezcan así unos minutos, alarguen esa práctica cada día un poco más, hasta que al fin un día ya no será necesario moverse a ningún lado. Esto no quiere decir que para tener salud debemos transformarnos en máquinas, en seres insensibles al dolor o a la alegría. Esto quiere decir que para tener salud debemos aprender a dominar todo el caos de información y sensaciones que co existe en nuestro interior hasta lograr que se mantengan en un mismo eje, los pensamientos, las emociones (que se reflejan en la obra y la omisión) y las palabras.
Cada ser humano es único y cada experiencia vivida es irrepetible, por eso no hay enfermedades iguales y no deberían existir tratamientos generalizados.
Cuando murió la madre del sacerdote jesuita Anthony de Mello, su hermana le preguntó: ¿“Tony, porque ha permitido Dios que le pase esto a madre?”
Él le respondió: “Querida, el año pasado murieron un millón de personas de hambre en China por la sequía y no te planteaste la pregunta”
Si estamos en la unidad de cuidados intensivos y muere el enfermo de al lado y el nuestro sigue con vida, nos seguimos sintiendo bien. ¿Se dan cuenta de que las emociones no tienen coherencia alguna?
La medicina holística engloba muchas ramas del saber, inclusive del saber popular que es ancestral, no se contradice con la medicina tradicional, salvo que por lo general los tratamientos basados en medicina natural no tienen efectos secundarios perjudiciales.
Como médico que soy, doctora en medicina y cirugía, lamento darme cuenta de que la medicina convencional se quedó tan atrapada en la fantasía del mundo, en ese momento del eslabón perdido, y se volvió un comercio y en el mejor de los casos, piensa que es la dueña de la verdad. Pero hay pacientes, como la última paciente que tuve en estos días que rompió los esquemas de la ciencia; con un cáncer terminal y víctima de un infarto cerebral masivo, sobrevivió sola, primero, ocho horas, manteniendo la atención en su respiración. Luego en la emergencia fue declarada prácticamente muerta, pero sobrevivió dos meses y una semana. Las imágenes como tomografías y resonancias indicaban que su vida iba a ser, si acaso, como un vegetal, la paciente recuperó en parte la conciencia, el movimiento y hasta en ocasiones el habla. No necesitó de más quimioterapia y sus exámenes de laboratorio se normalizaron por algunas semanas.
En ese trayecto, una semana antes de su partida definitiva, clínicamente murió, se quedó por tres minutos sin signos vitales, la médico residente la iba a declarar muerta, cuando saqué de mi bolsillo la esencia RESCUE, de las Flores de Bach, y puse cuatro gotas bajo su lengua, ante la perplejidad de todos, la paciente recuperó sus signos vitales y vivió una semana más.
No he dicho aún lo más importante, el día en que la paciente fue llevada a la emergencia del hospital, cuando los médicos le dijeron a su hija que su madre estaba por morir, la hija dijo que no, y un clamor intenso y sobrenatural fue llevado a ese plano vacío, a esa nada al que llamamos cielo, pidió tiempo.
¿Tiempo para qué? Para darle a su madre los cuidados y el amor que a causa del ruido del mundo y de su propia inconsciencia, no le había dado antes. Y ese tiempo le fue concedido.
“El poder que penetra en el universo es muy superior a lo que brilla a través de él”, dice el Upanishad, así lo menciona Deepak Chopra, en su libro la curación cuántica.
Ese poder que penetra el universo es el amor, y es la única medicina que nos ayuda a sobrellevar esta enfermedad incurable que es la vida. Y es breve la vida sobre la tierra, pero el amor que demos mientras estemos aquí debe sobrepasar todas las expectativas. Por favor, escuchen siempre a su corazón y al llamado a vivir el amor, que él les dará en el momento oportuno. Esa es la lógica de la que me hablaba mi abuelo, si lo hubiera sabido escuchar, no tendría ahora ni sufrimiento ni arrepentimiento.
La paciente de la que hablé era mi mami y por ella estoy aquí. Fue y será mi mejor paciente, y con ella comprobé que la vida jamás podrá estar en manos de la ciencia, porque la verdadera vida, nace y muere en el amor.
(Discurso de agradecimiento por el premio “Altas Conciencias” como médico holístico, el 29 de julio del 2015)
La felicito querida Dra. Arteaga:
La profesión de médico reviste de amor, comprensión y sacrificio, respetando el decálogo de Hipócrates, situación que ciertos galenos la han convertido en un negocio. Un abrazo