América Latina, particularmente los países del sur que miramos al Pacífico, estamos lejos de los grandes centros de riqueza del planeta y de la mayor parte de su población. Frente a nosotros está la vacía inmensidad ese océano, tras nuestro la selva amazónica, con Europa al otro lado del Atlántico. Estados Unidos está cerca, pero sus intereses están en otros lados.
Hay dos grandes potencias económicas en América Latina: México y Brasil. México mira hacia los Estados Unidos, su principal mercado y donde viven millones de sus paisanos. Brasil está separado del resto de América por la selva amazónica, su colonización y lengua portuguesa, y una historia no compartida. El Ecuador ofrece poco mercado para sus empresas. Los países de América Central miran a México, no al sur. El acercamiento a Nicaragua no hace sentido para el Ecuador. Venezuela es un país caribeño, petrolero, cuyo interés nunca ha sido el resto de América Latina. Es incomprensible como nuestros gobernantes pueden encontrar puntos en común con los de Venezuela. Argentina mira hacia el Atlántico, Paraguay es dependiente de Brasil y Argentina, Bolivia también por la venta de su gas. No son países con los que el Ecuador ha tenido una afinidad histórica ni comercial. En la costa pacífica, junto con el Ecuador, están Colombia, Perú y Chile, los tres comprometidos con economías de libre empresa, hoy buscando los mercados del Asia. Conectados por carretera y mar con el Ecuador. Colombia y Perú comparten con el Ecuador etnias e historia.
Internacionalmente, ¿dónde parecería que quiere ubicarnos nuestro Gobierno? ¿En el ALBA, sin otra razón que la arrolladora personalidad del que fue Hugo Chávez? ¿Rindiendo homenaje a la empobrecida Cuba que hoy se acerca a los Estados Unidos al haber perdido el tutelaje de Rusia y de Venezuela? ¿Tratando de liderar Latinoamérica desde el edificio medio vacío de UNASUR? ¿Buscando acercamientos con Rusia o Irán a quienes no añadimos nada a nivel internacional y nos debilitan frente a nuestros mercados tradicionales, Estados Unidos y Europa? A los Estados Unidos no los asustamos ni inquietamos con nuestras exigencias y reclamos. Para Europa nuestra renuencia a firmar un acuerdo comercial no hizo otra cosa que retrasarlo.
¿Seguiremos así, o comprenderemos finalmente que somos un país pequeño, sin mayor influencia más allá de nuestras fronteras, dividido políticamente, dependiente del petróleo, entre vecinos poderosos cuya filosofía de desarrollo no compartimos? Hoy frente a caída del precio del petróleo y a las divergencias internas deberíamos dejar de lado esa ansia de liderazgo latinoamericano y hasta internacional, que no nos ha aportado a nada, y más bien nos ha alejado de nuestros aliados naturales.
¿Cuál es la natural y conveniente estrategia para el Ecuador? No creerse lo que no es y más bien ser lo que es: un país pequeño, rico, diverso y en paz, con una población mayormente joven, educada y ambiciosa, con una natural vocación agrícola en sus tierras tropicales, que mira al Pacífico, rodeado de vecinos más desarrollados económicamente con quien le conviene forjar alianzas y fortalecer intereses comunes, uniéndose a ellos en sus alianzas internacionales. Mantener una buena relación con los Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, y Europa mientras nos abrimos al Asia.
Preocupándonos de lo que nos conviene como sociedad, como país. Mirando adelante y no hacia atrás, dejando de arroparnos en pasados conflictos de clases y menos en la desprestigiada bandera castrista. Recordando que la gran mayoría de la población del Ecuador se gradúo del colegio después de la caída del muro de Berlín, hace 26 años, y no le dice nada ese pasado con tanta carga emocional, que si mueve a nuestros gobernantes. Quiere empleo, seguridad y futuro. Por ello votarán.