Yachay la Educación Nacional Superior

Al parecer Correa  no entiende que  el despilfarro sinónimo de  malos manejos administrativos  y académicos en la llamada Universidad de Yachay, manifestados, abiertamente, por su ex rector  uno de los  burócratas beneficiados,  significa corrupción. ¿Entenderá, al menos, que  esta unidad académica superior propuesta, despistada de la realidad  ecuatoriana, no corresponde en nada   al sistema  educativo nacional?. Ni al que el oficialismo dizque quiere cambiar ni a los remiendos con los que pretende parcharlo  con el nombre de reformas. “Reformas”  que  no  han pasado de  membretes nuevos  para lo ya conocido,  renuncia obligada de los docentes con mayor experiencia  y  cubrir  las  vacantes, así logradas,  con clientelismo oportunista  del régimen, no siempre preparado para el efecto. Es que, por donde se mire  este evento, no pasa de ser  uno más de los tantos elefantes blancos, que hay que alimentar  con la comida  que se les niega a los desposeídos de siempre.  

¿Cómo aceptar esta abismal brecha de 30 millones de  dólares  para  instruir  a 600 estudiantes en Yachay, en contraste  con    una   universidad pública, tal cual sucede con la Central de Quito o la de Guayaquil, las dos más pobladas  de estudiantes, que reciben, según información oficial,  algo más de 180 millones cada una para capacitar  a un promedio de 50.000 alumnos por unidad académica? ¿Por qué, en cambio, no fortificar  la  universidad pública nacional, reforzándola,  económica y técnicamente,  hacia una visión científica del conocimiento, para una práctica coherente con el desarrollo de la realidad nacional? Que quienes egresen de Yachay  van  a multiplicar  el conocimiento adquirido,  como agentes vivos de sabiduría,  entre  los  otros del país  que  hoy subsisten mendigando, no son más que gigantescas ruedas de molino  que no se las traga nadie…  

¿Dónde está, entonces,   el proyecto  que  explique  los resultados  concretos, con los niveles  de ciencia a obtenerse,  respecto a tiempos puntuales y sus posibilidades ciertas  específicas  en la práctica del desarrollo  sostenido del país? Por que, supuestamente, esta elite que aquí  se quiere  formar,  esta fuente  casi cósmica de la sabiduría,  es para  el adelanto  nacional. ¿O no? ¿Y  el análisis de las falencias del mismo para, de acuerdo  al rediseño por las circunstancias cambiantes, pueda  ser corregido con la precisión que requiere el mismo proyecto? Quienes manejamos, profesionalmente,  estos parámetros  sabemos, por demás,  que  sin estos desgloses de trabajo no hay  operatividad  válida…

Que se sepa,  sobre Yachay, únicamente,  existe  como  información, incluso por Internet, ilustración publicitaria, dentro del típico modelo propagandístico  que el régimen tiene para todo… Simple pretensión  de afectar  emotivamente, y evitar  convocar  la racionalidad… ¿O lo concerniente a Yachay   responde   simplemente a la  apertura del sueño de Ramírez,   Secretario nacional   de la Senescyt,  que llama  a los integrantes  del Gran Consejo, para  contarles así las instrucciones  del ángel  que lo ha favorecido con semejante verdad? Y, claro, flash…! Y de inmediato Yachay… Tal surrealismo mágico  está, de hecho, de acuerdo  a  las aspiraciones o delirios de ser nada menos que Stanford University, y  en el tiempo record  en tanto  herencia para  los hijos de esta generación…
¿Es  que a Ramírez le perturba  que los 124 años que tiene Stanford  son muchos para esperar? ¿O quiere apresurarse  en su  competencia  imaginaria  con los 27 premio Nobel  en Química, Física, Medicina, Economía  que proyectan parte del impacto de la universidad de Palo Alto (California)? ¿O no son más que  síntomas de  la neurosis  escapista  de su ideología del Siglo XXI, copiando, en chiquito, aunque sea las luces,  de los resultados  científico académicos  del imperialismo que tanto detesta? Pero  que, digan lo que digan,   prefiere usarlos a  lo  que  pregona  el marketing  desde Carondelet, que exige “consumir lo nacional, porque lo nacional es mejor”.  Y, así, por supuesto,  con el doble discurso y la simulación de la verdad, exigidos desde la presidencia, “avanzamos patria…”.