La manifestación del jueves 13 Agosto 2015 fue la mayor de todas las manifestaciones contra el Gobierno tiránico actual, realizadas hasta ahora.
Desde el primer intento de pasar los obstáculos a la altura de las calles Guayaquil y Espejo, la policía lanzó gases pimienta para dispersarnos, logrando que los afectados nos retiráramos hacia la Plaza Santo Domingo, desde donde en algunos grupos nos dirigimos a diferentes lugares cercanos a la Plaza Grande, ya que como se esperaba, todos los accesos estaban fuertemente resguardados por la policía.
Se notó la infiltración de algunos jóvenes con sus caras cubiertas con pañuelos para no ser reconocidos, quienes lanzaron piedras a los policías. Vale recalcar que estos jóvenes no eran indígenas ni personas que puedan ser identificados con algún grupo de manifestantes.
Se dieron enfrentamientos que resultaron con heridos de los dos bandos, habiendo sido detenidos y golpeados brutalmente el prefecto Salvador Quishpe, el presidente de Ecuarunari Carlos Pérez Guartambel, William Meza, entre otros, y conducidos a la Plaza Grande, no sé si para amedrentarlos o para exhibirlos como trofeos, aunque luego fueron liberados. Pasadas las 9 p.m. un manifestante de la Amazonía, Vicente Antuash, yacía en el suelo agonizante, sangrando profusamente.
Es triste notar que mientras todos estos actos sucedían entre manifestantes y policías, el presidente (de un grupo de ecuatorianos, ya que es imposible creer que lo sea de todos) daba un discurso a sus adeptos, en la Plaza Grande, indicando que la manifestación era un fracaso, porque no se había conseguido nada (obviamente aparte de un sinnúmero de heridos, tanto de los manifestantes como de los policías).
Es totalmente absurdo que ecuatorianos de bien, incluyendo policías, continúen con el apoyo a un presidente que se ufana en momentos de desgracia nacional, que su vanidad está por encima del bien común y de la seguridad de todos los ciudadanos.
Dios nos dé fortaleza para continuar luchando contra este Gobierno despótico e insensible, que lejos de fomentar la unidad de todos, incita al odio, la división, la violencia y festeja entre bailes y cánticos, mientras hermanos ecuatorianos se enfrentan entre palos, gases y toletes, dejando heridos como resultado. No podemos esperar, ni permitir, que hayan muertos, para que este presidente renuncie.