El tradicional y muy querido Colegio San José La Salle, cumplió ya 105 años de tradición y excelencia educativa. Constituyéndose en un gran símbolo de cultura y erudición. Son cientos y cientos los estudiantes que se dicen beneficiarios de la dedicación y amor a la enseñanza que como apostolado mantienen los Hermanos Cristianos de la Salle, quienes desde que se instalaron en nuestro país, en 1863, no han tenido descanso en propagar y extender el ideal de fomentar una verdadera educación cristiana establecida en la potencia de amar a Dios y a la vida.
El San José La Salle, es una institución educativa emblemática en la ciudad. Por sus aulas ha transcurrido el tiempo y su hacer maravilloso de legar sabiduría y conocimiento. Ha sido un trabajo continúo, arduo, de sacrificio y esfuerzos. Hombres exitosos recuerdan su paso por el San José como una experiencia trascendental que los marco y orientó para su triunfante camino en la vida. El plantel lasallista los acogió y nunca más se apartó de sus corazones y mentes que agradecen la experiencia de ser alumno lasallano; honor y reconocimiento a ésta escuela y colegio que brillando en el amor del fundador del los Hermanos de las Escuelas Cristiana de la Salle, San Juan Bautista de la Salle, han insistido en proclamar el mandato de fe y abnegación de su fundador: Amar a Dios, servir a la patria y proteger a la familia.
Decir colegio San José La Salle, es pronunciar un nombre prestigioso y grato. Recorrer sus pasillos y aulas es mirar el tiempo que pasa y no pasa. Los gritos de miles de sus estudiantes transcurrido en la historia es recibir un alimento espiritual nuevo a casa instante. La suave brisa de la mañana nos recuerda que la trascendencia de festejar los 115 años de la segunda fundación del Colegio en 1910, ha sido uno de los procesos más importantes que ha vivido Guayaquil y su lucha por ser grande, prospera y visionaria.
He ido al San José y me he paseado en su vital historia llenas de anécdotas vivas y profundas. La Iglesia del Colegio es un monumento a la geometría sagrada: imponente, protector, que nos recoge y entrega las oraciones al santísimo. Los alumnos y estudiantes juegan en el patio y se esparce la alegría y la fraternidad. En estos tantos años el trabajo ha sido bueno, de colores, de oraciones cantadas para que la vida florezca. El San José La Salle nunca se ha detenido, es un jolgorio donde el gozo es un árbol de ciento quince años que está florecido, su olor inunda y perfuma el tiempo y su tradición, sus frutos abundantes están nutriendo a nuevas generaciones, que entran para no salir en cariño y gratitud imperecederos al querido San José.
La obra continúa. En los hermanos Cristianos de La Salle educar es un acto de amor. Así lo recuerda el Sr. Presidente de la República, Rafael Correa, ilustre ex estudiante lasallano. La obra lasallana es conmovedora. Gracias hermanos gracias.