21 noviembre, 2024

Guayaquil, ciudad gigante de Octubre

Una lluvia de colores cae en la tarde ausente de sueño. Es Octubre, ella se alista, se prepara, se arregla para la oportunidad y elige entre el celeste y blanco su bello vestido. Es Octubre y Guayaquil celebra su fiesta. Guayaquil, la linda dama del río y la risa de camarones y calamares que saben a sal prieta. Guayaquil engalanada, como princesita de Navidad en el jardín de infantes de elfos y morfas. Guayaquil caballo encantado de cinco patas, que vuela con el corazón en alas de montaña y dulce de ciruelas.

Guayaquil es Octubre. Octubre con O mayúscula, ciudad gigante para gigantes. Ciudad que ve el origen de todas las cosas. Ciudad avispa que haces temblar a los cerdos que comen margaritas y devoras a los gallinazos que pululan sobre tu desorden.

En Octubre se despierta tu pasado glorioso para recordarte que estás hecha ciudad bendita sólo para cosas trascendentales que te hacen inolvidable y terrible. Guayaquil ciudad del poder, ciudad que vuela esparciendo poder, que no salva a nadie si no a ella misma. Ciudad maestra que educa con su ejemplo, que cambia para cambiar al Ecuador entero. Eres salvia, esencia, patrimonio, génesis de la patria. Guayaquil ser alado solidaria con el de al lado. Ciudad talentosa que derramas plenitud antes del plenilunio.

Eres ciudad del suelo que creces antes y después de los nacimientos de los cerros. Ciudad sin tiempo, que brotaste antes del día y después del día de la memoria y la muerte. Ciudad de la vida, del verde frescor de tus parques de oro y despensas. Ciudad desapegada en tus platanales de deseos. Ciudad cedro, que sanaste el palo santo para encenderlo en tus rituales. Ciudad de subidas y bajadas. SOS ciudad extranjera, sos tu misma, eternamente sí misma en el pecado y en la oración.

Guayaquil ciudad regenerada pintada de rosado y estiércol. Ciudad redonda que muerde su cola después de almuerzos de cangrejos y azúcares. Eres pastel de mimbre y choza de ladrillos naranjas y verdes esperanzas. Guayaquil inhalas y exhalas lunas y soles y planetas martes, miércoles, jueves y viernes. Eres el todo y mi todo. Ciudad sonido de palmas agitando sus tardes de calor y museo. Ciudad antigua, inderrotada. No nombrada jamás por la dama tapada. Soy centinela de tu encanto. Ciudad ensartada en la creación del altísimo que también te venera por tu majestuosidad y soberbia. Cada día naces; cada día más única y bella. Ciudad unida a la piedra, al mármol, al diamante celeste que colgaba de la trompa del elefante. Ciudad mía. Guayaquil te amo y nos amas a todos.

 

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×