Como educadora, siempre estoy pendiente de los Ministros del ramo y del actual tengo que decir, lo que dije cuando empezó a ejercer, “entró a enderezar entuertos” que los había entonces y los hay en todo lo que está activo y él tiene dinamia y capacidad para hacerlo.
Por eso nos esperanza mucho escucharlo ahora, sobre las medidas del plan de emergencia ante la amenaza de “El Niño”, en los planteles educativos de la Costa, cuando dice que podrían modificarse, o –las instituciones educativas puedan presentar sus propuestas…-
Ojala que así sea, porque esto de comprimir los programas ante un elaborado desde lo alto es perjudicial didácticamente y también desde el punto de vista humano, por la tensión en que vivirán los alumnos con horarios extendidos, sin pensar también en los maestros, para quienes estas son situaciones críticas, aunque nadie habla de ellos.
Estimulados por los anuncios recientes del Ministro, los directores de Colegios están esperanzados en que él sabrá corregir lo que, a veces, desde un escritorio burocrático interpretan quienes lo escriben y, sobre todo, porque el Ministro Espinoza no es solo de escritorio, lo vemos mucho en foros y consensos de distintas partes del país.
(Vale mencionar su actuación reciente como maestro, con los niños de una Escuela del Milenio, dando una clase con una buena dinamia didáctica, que nos dice saber también de enseñanza-aprendizaje)
Volviendo al plan de emergencia, es indispensable como prevención a cualquier catástrofe, pero debe ser aplicado de acuerdo a las diferentes circunstancias; de situación urbana o suburbana, estructuras físicas de los locales, etc. etc.
Ya pasamos otro “Niño” y en los centros educativos de los diferentes lugares y estratos sociales, era vivificante ver llegar a los alumnos, desde infantes y adolescentes: en carro o a pie, con tapados de toda clase; desde los especiales de lluvia, cubriéndose con paraguas, fundas de plásticos en la cabeza, etc. etc.
Y entonces, recordaba yo los días de una famosa nevada que viví en Alemania, que hizo eco en el mundo; cuando los niños y maestros llegábamos hundiendo las botas en la nieve hasta las rodillas, en horarios especiales, programados por los Directores, de acuerdo a las diferentes circunstancias de cada plantel.
Y entonces me decía -Razón que estos pueblos son prósperos. En mi tierra hubieran suspendido las clases, las fábricas se paralizarían, etc. etc…
Mas, ahora estamos viviendo otra época, en previsión de la vida humana ante los pronósticos catastróficos anunciados por la erupción del volcán Cotopaxi en la Sierra y la llegada de la Corriente de El Niño en el Litoral; aunque de este último no hay nada concreto como salva vidas, sino solo en la parte educativa -de vital importancia, por cierto.
Concuerdo con el ex Ministro de Educación Dr. Passailaigue, de tener algunos programas de emergencia, para ser aplicados según las diferentes circunstancias (hay colegios que sí los han elaborado)
De ahí lo efectivo a que “las instituciones educativas puedan presentar sus propuestas”, y con ello la esperanza de que este Ministro sabrá “enderezar los entuertos” surgidos hasta el momento.