La utilidad de las personas y las cosas es el parámetro que debe guiarnos en la vida. Me refiero a la utilidad bien entendida, todos debemos ser útiles para algo y brindar esa utilidad a alguien. Algo hemos de saber hacer o al menos podemos intentar hacer lo provechoso.
Como ejemplo basta echar una mirada al closet. ¿Cuántas cosas hay que no utilizo? Pues debo sacarlas y que alguien las use. Acumular sin sentido y sin medida no es sensato y aleja a la persona de una vida sana. Acumular cosas es como acumular polvo. Estoy a favor de adquirir, porque cada momento necesita de algo, cada circunstancia es distinta y no podemos ir con el mismo vestido a todas partes, salvo que pertenezcamos a una comunidad uniformada. Pero luego de usar las cosas, si ya no las usamos más, hay que sacarlas, pueden servir para otro.
Hace poco viví una experiencia muy incómoda que me causó un gran malestar, sobre todo emocionalmente. Mi mami murió y por ser la única hija que vivía cerca de ella, me tocó encargarme de “sus cosas”. Bueno, muy a mi pesar tuve que ir vaciando su closet, luego su cocina y así, poco a poco, cada cosa, sintiendo dentro de mí un desgaste muy fuerte, un dolor muy profundo.
¿Para qué guardaría sus cosas? ¡Ella no volverá! Lo mismo harán mis hijos un día, y los hijos de mis hijos…
Soy tan consumista como cualquiera, pero estoy a favor de la limpieza y de los cambios. Acostumbrarnos a la estática es insalubre. Hay que moverlo todo, hacer y deshacer, usar y sacar, cambiar. Lo mío no es acumular porque lo que acumulas por fuera también lo acumulas por dentro y te vas poniendo, sin darte cuenta, cargas pesadas que dañan tu vida y tu espalda; mucho peso lo que no te deja fluir, ni caminar, ni correr, ni avanzar.
Igual que con las cosas, con la comida. Dices que eres desprendido y comes, comes sin medida, acumulas grasa y toxinas; cualquier tipo de acumulación trae malestares físicos y emocionales, causa desestabilidad. Hay que ver en el fondo, cuál es el miedo, a dónde está el problema, en qué punto de la vida te quedaste estancado, ¿pensaste que ibas a morir de hambre y acumulas galletas, como el hombre del cuento de Jack London? Alguien te dijo que si no guardas el dinero morirás en la pobreza y acumulas monedas y billetes y no te sirven para vivir, porque no los usas, los guardas para un futuro que no sabes si llegará…
Ser útil, todos estamos aquí por un propósito, sobrevivir seguramente, pero en la supervivencia encontramos la utilidad, cada uno sirve para algo. Creo que cuando el ser humano se da cuenta, cuando toma consciencia de que ha sido útil para algo, de que brindó un aporte, de que sirvió de apoyo, de tantas cosas, entonces el fastidio y el desanimo van pasando. El que se siente inútil, el que se sabe inútil va perdiendo las ganas de vivir. Hay que evitar eso.
Estamos todos en el mismo sitio, jungla o paraíso, ¿en qué puedo ayudar? ¿Para qué soy útil? ¡No te quedes parado ahí sin hacer nada! ¡Para algo estás en este mundo! No solo es actuar o hablar, puedes pensar, atender, observar, contemplar, meditar, orar. Puedes cantar o bailar, pintar o escribir.
A veces, si mantengo la boca cerrada, si aporto con una palabra; si me quedo al margen o si solo acompaño. Si preparo el desayuno, si arreglo mi dormitorio, si voy a verte para conversar, si contesto un mensaje con cortesía o si digo tres verdades a quien lo merezca, ¡qué importa!, ¡si hago algo que valga la pena! Hay muchas maneras.
“Concédeme el supremo gozo de ser útil”, Ramayat.