Está ampliamente ratificado que los criminales siempre dejan o se llevan algo del lugar en donde se halla cometido un delito.
El personaje de ficción, Gil Grissom, de la serie de TV, CSI: “Las personas mienten… las pruebas no”
Tenemos además que es muy importante la colaboración comunitaria.
Por eso es que todos los perversos detestan al periodista consciente. Puesto que la enorme influencia que generan ha provocado mecanismos alternativos encargados de la información como un bien valioso, que utilizado en sentido positivo puede mediante su pesquisa informar de dónde viene el mal olor de la cloaca.
Hoy en día es raro encontrar una gran corporación política que no tenga su departamento de comunicación encargado de distribuir y orientar esta información; en el mejor de los casos, intentando enchufar los intereses de quien emite la información, para influir en quien la recibe, con el fin premeditado de orientar la misma en el sentido de beneficiar a quien la emite y, por tanto, ocultando hechos.
Hay muchos sociólogos que consideran que un buen periodismo de investigación nunca deberá tener en cuenta los comunicados oficiales de información, que casi siempre tratan de ocultar la realidad.
Investigar y rechazar a priori una de las fuentes implicadas es una negación en sí mismo.
Un buen periodista de investigación nunca deberá ignorar un suministro de información, así como nunca deberá rechazar una entrevista por muy tediosa que ésta se presente.
¡Cuántas grandes pistas o grandes informaciones han partido de entrevistas que se presumían aburridas y carentes de sentido! Watergate, Enron y WorldCom, Jerome Kerviel broker del banco francés Societe Genérale, Madoff…
Igualmente, una corriente bastante extendida mantiene el criterio de que todo buen periodismo debe ser investigador. El ejemplo más palpable de este modo de pensar es cuando se dice que hasta una simple nota de prensa requiere una labor de investigación.
El periodismo del día a día y el periodismo de investigación son diferentes. Como dice David Randall, «tan sólo hay un periodismo bueno y otro malo». El periodismo de día a día que se hace de forma rutinaria pierde muchas de las virtudes que debe tener una buena información.
Una nota o conferencia de prensa quizá no tengan nada que ocultar y su objetivo puede ser dar a conocer algún hecho que puede ser importante sólo para algunas personas, mientras otras son para la comunidad en su conjunto.
En periodismo no hay rutina. La rutina sólo la ponen los malos profesionales.
Lo que sí tiene el periodismo de investigación es una técnica específica de afrontar los asuntos por su experiencia. El profesional dedicado a la investigación periodística suele tener una agenda de contactos versátiles, distintos a las fuentes oficiales de información, lograda después de muchos años de bucear en diferentes asuntos.
Tendrá distintas fuentes: políticos, grupos de presión, sindicatos, organizaciones internacionales, policía, delincuentes, universidades, institutos de investigación y otros sectores.
Sobre todo, es un profesional que se enfrenta con una visión totalmente distinta al que cubre la información diaria.
El periodista investigador debe conocer cuáles son las funciones y los cometidos de los distintos gobiernos y debe saber, asimismo, dónde están los documentos públicos, conseguirlos e interpretarlos imparcialmente.
“William Gaines, periodista investigador de The Chicago Tribune y dos veces ganador del premio Pulitzer, dice que un buen periodista investigador tiene como principales rasgos el escepticismo, la paciencia y un punto de escándalo e indignación cuando cree que algo es injusto o abusivo.”
Queda demostrado con lo anterior que los odiadores de la libre comunicación e información lo hacen para impedir que sus inmoralidades y mentiras sean expuestas al ciudadano.
Incluso aquél personaje que manifiesta su intriga ante hechos evidentemente falsos, son materia de persecución, incluso la cárcel, o “víctima colateral”.