Frente a lo señalado, es oportuno recordar que las Fuerzas Armadas ecuatorianas han sido verdaderas sustentadoras de la paz, del respeto a los Derechos Humanos y del desarrollo de nuestro país; en 1992, por primera vez, se firmó un convenio con la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos (ALDHU), con el objetivo de preparar a miles de sus miembros, en todas las jerarquías, en el respeto al ser humano en toda su dimensión, este hecho se consideró como un caso inédito en América Latina. Igualmente, varios oficiales asistieron al Instituto Internacional de Derecho Humanitario, en San Remo Italia; posteriormente, se implantó en todos los institutos de Fuerzas Armadas, la cátedra de Derecho Humanitario, conocimientos que se utilizaron en la Guerra del Cenepa, con los prisioneros de guerra, acción que fue reconocida por la Cruz Roja Internacional.
Las Fuerzas Armadas ecuatorianas no han sido de élite, ni económica ni social, al contrario, la oficialidad tiene su origen en la clase media: magisterio, pequeños y medianos comerciantes y agricultores de provincia, empleados públicos, profesionales, pequeños y medianos empresarios. El historiador Jorge Núñez en el prólogo del Libro “Fuerzas Armadas Ecuatorianas: Paz y Desarrollo”, de mi autoría, señala: “…buena parte de la oficialidad surgía precisamente de los cuerpos de tropa, gracias a méritos de guerra, el resultado final fue que la mayoría de los oficiales del naciente ejército ecuatoriano fuesen gente de extracción popular y/o de origen campesino; dicho de otra manera y usando términos de la época, era un ejército de tropa india o negra, y de oficialidad chola o chagra o ambas cosas a la vez”. De lo que el historiador Núñez escribe, se desprende, el por qué nuestras Fuerzas Armadas han estado ligadas históricamente a su pueblo y han cumplido su deber en la guerra y en la paz, razón suficiente para ser queridas, admiradas y respetadas por todos los ecuatorianos.
Me pregunto: ¿Cuál es el objetivo del Fiscal de “acordarse” del “Plan Cóndor” y señalar paladinamente que Ecuador intervino en dicho plan y sobre el accidente donde murió el Presidente Roldós?; sobre este tema, declaró que cree “que la muerte del exmandatario pudo haber sido una ejecución extrajudicial”, hipótesis que debe probarla.
¿Acaso, con esta “información” y “denuncia”, se pretende, una vez más, menoscabar el bien ganado prestigio de nuestras Gloriosas Fuerzas Armadas?
Otro detalle que no puede pasar desapercibido es que en diciembre de 2014, publicó la Cancillería el cuaderno Nº 2 “La CIA contra América Latina. Caso Especial: Ecuador”. En esta época de vacas flacas circularon 30 mil ejemplares en forma gratuita. ¿Cuál sería el objetivo de esta publicación?.
Conocida es la inclinación ideológica de extrema izquierda de uno de los autores. Esta publicación se refiere al exagente de la CIA, el norteamericano Philip Agee y a sus denuncias hechas contra los Estados Unidos hace más de 50 años. Sin duda que nunca hemos estado de acuerdo con las invasiones por parte de Estados Unidos a Guatemala, Panamá, Grenada, etc. tampoco con la Guerra de Vietnam. Pero nada se dice de los horrores de la KGB, la agencia de inteligencia Soviética; de las invasiones de los ejércitos soviéticos a Hungría en 1956, a Checoeslovaquia 1968, ahogando a sangre y fuego la “Primavera de Praga”. Igual la intervención en Afganistán, de donde los soviéticos salieron humillados y derrotados después de ocupar el país durante 10 años, amén de la brutal dictadura bolchevique de Stalin, de la sanguinaria y diabólica dinastía totalitaria de Corea del Norte, de los horrores de Pol Pot, el más grande criminal de toda la historia de Camboya, etc.
En fin, desgraciadamente esto no es nuevo, lo escribió el emperador romano Julio César en su libro “Comentarios a la Guerra de las Galias”, hace más de 2 mil años: “Un imperio no necesita justificar la guerra, ésta es parte de su naturaleza. El imperio no necesita razones”.