25 noviembre, 2024

¿Qué le dejas al mundo?

“Si la esperanzas quitas, ¿qué le dejas al mundo?”. Proclama el poeta desde hace más de 456 años (Lupercio 1559), continua: “su máquina disuelves y destruyes, todo lo precipitas/ en olvido profundo/ y ¿del fin natural huyes? Si la cerviz rehuyes/ de los brazos amados/ ¿qué premios piensas dar a los cuidados?
Las preguntas al inicio y al final de estos versos nos invitan a pensar creativamente sobre el sentido de nuestros actos, de lo que hacemos, de lo que anhelamos cuando nos proponemos algo.  JOVEN, ¿para qué estudias? ¿por qué creces? Hay una finalidad en nuestra vida y en nuestro actuar que no es fruto del azar ni de la mera casualidad, quien logra visualizar una respuesta, encontrará un sentido, tendrá una razón para vivir, tendrá algo que creer y en qué creer, descubrirá un proyecto.
Al finalizar  este año, no solo a nivel litúrgico terminamos con la fiesta de Cristo Rey, y comenzamos el Adviento. El fin del año y el comienzo del nuevo implican una esperanza, anhelamos y deseamos algo nuevo, mejores días, no lo dejamos al mero azar, hacemos propósitos, compartimos oraciones, esperanzas, buenos deseos para nuestros seres queridos y amigos. Lo venimos haciendo desde que tenemos razón y conciencia de nuestros actos. Sin embargo, la maldad de la gente, el fracaso de ciertos proyectos nos impiden celebrar esa esperanza. ¿qué hacer? ¿abandonarnos a la nada? ¿encerrarnos en nuestra finitud? ¿olvidarnos de los sueños? ¿Puede un ser que ama dar cabida a estas preguntas? ¿será que los cuidados del amor y de los amantes no tienen un mañana?
Son muchas las preguntas que nos acosan cuando se aleja la esperanza de nuestras vidas. Para quien tiene fe, el ejemplo de Jesús de Nazaret es la pauta de nuestro caminar. Cuando se lo festeje como CRISTO REY, hay una anhelo, hay una esperanza detrás de ese título: “ Tú lo has dicho, soy Rey”  -respondió Jesús a Pilato, pero inmediatamente le dijo, “Pero, Mi Reino no es de este mundo…Yo he venido para ser testigo de la verdad”, ¿qué respuesta mi Dios, qué respuesta mi Señor? ¿Por qué la Iglesia no te hizo caso y pretendió rastrear una falsa esperanza, anhelando recuperar un poder mundano que no es el sentido de tu vida ni de tus enseñanzas? La verdad es diferente de nuestras ideologías y falsos intereses.
Cuando te recordamos como el niño, no el mero divino niño, sino el NIÑO Divino se une el cielo y al tierra en ese anhelo de humanidad, de ternura y de proyecto que toda creatura trae al mundo al nacer. No venimos por casualidad, sino que somos hijos de una historia que la construimos juntos con nuestros seres queridos y que día a día en las pequeñas cosas la vamos forjando y la vamos alimentado de todo aquello que nos invita ser mejores, a dar lo mejor, a ser libres, a ser nosotros mismos, es el premio a los cuidados de un amor sincero, de pareja, de amistad, de compañeros de trabajos, de ciudadanos de un mismo suelo, de un mundo que hay no solo hay que cuidar sino embellecer. Por lo tanto, nuestra vida tiene sentido, y nuestra historia un destino. Orar, estudiar y trabajar son las concreciones de una esperanza sincera que se alimenta en este tiempo de adviento, en donde recordamos el proyecto de Dios hecho hombre y en donde nos unimos a la esperanza de todo un pueblo que anhela días mejores como testigos de la verdad revelada en la historias de sus vidas. Bienvenido adviento 2015-2016.

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