“Cuando vean catástrofes, desgracias… ánimo, LEVANTEN LA CABEZA, SE ACERCA SU LIBERACIÓN” (Lc 21) es el mensaje en breves rasgos de la primera semana de adviento. Dos mil años los cristianos venimos celebrando el adviento y recordando estas palabras: ¿son reales? ¿son utópicas? ¿esperanzas frustrantes? ¿qué mismo son?
No entramos a dar respuestas fijas ni cerradas, seguimos disfrutándolas e invitándolas a compartir, hay algo detrás de las palabras que con el aval de la experiencia de muchos hombres y mujeres creyentes, que nos dicen que son verdaderas, que motivan a pensar y actuar de forma distinta a los que creen sabérselas todas y viven encerrados en la finitud. Dos mil años de esperanza no pueden pasar desapercibidos. Lo definitivo se dio de forma sorprendente, se espera de forma inesperada.
Muchos jóvenes y muchos adultos hoy en día no tendrían muchos motivos para alzar la cabeza. Pienso en los niños, jóvenes de Siria, de los que cruzan el mar con sus padres desde Africa hasta Europa buscando mejor lugar y ambiente y se encuentran con la muerte, las murallas y el egoísmo humano. Sintamos el dolor de muchos jóvenes mal preparados y que no pasan las pruebas evaluativas del Gobierno Nacional para promover becas y los mejores sitios de estudios. Siento el dolor de muchas adolescentes embarazadas que el “inconsciente novio” (no lo fue para el acto sexual, sino para las consecuencias del mismo) las dejó solas y “con un gran regalo”, que les cambiará la vida, pero no tienen el apoyo de sus padres que se sienten frustrados ante lo que habían soñado para sus hijas.
Pienso en la gente joven que se casa y al poco tiempo se divorcia, no era lo que habían deseado, se dieron cuenta tarde, después de un show público o una confesión comunitaria donde proclamaron su amor eterno, que es lo es mientras dura…
¡JÓVENES Y NO TAN JÓVENES! ¿Cómo quieres vivir? ¿aplastado, encorvado por el peso de los problemas, fracasos o crisis? O ¿con una cabeza levantada de alguien que ha experimentado la ternura de un Dios cercano, que se hace hombre, humano, para que los hombres, humanos se hagan divinos? ¿encorvado mirando al suelo o levantado mirando al cielo con los pies en la tierra? ¿con sueños o esperanzas? O ¿con pragmatismos momentáneos y materiales que caducan o envejecen? O ¿con el espíritu de alguien que posee valores y sabe que la vida se la juega en las cosas sencillas y trascendentes?
Un hombre una vez se quedó sin trabajo, perdió sus ahorros en el juego, se quedó sin un centavo. La esposa que intuía lo que le pasaba a su esposo, pues lo había visto encorvado, mirando al suelo toda la semana, esa noche decide hacerle una gran cena donde se gastó sus ahorros. Cocinaba de maravilla, así que la cena estaría riquísima.
El esposo al llegar pega unos gritos de histeria al no comprender lo que la esposa había hecho, reclamándole sus acciones. La esposa le contesta, “amor, es hoy cuando deseo que sientas y escuches cuánto te amo y cómo estaré contigo en las buenas y en las malas. Alegrémonos porque nos tenemos el uno al otro, a pesar de haber perdido todo, juntos podemos recomenzar. Te amo”.
Que buena carta mi querido Fabricio, me has hecho acordar de los buenos tiempos en el Colegio Máximo allá por los ´80 y pico…
Gran abrazo!
Sergio