El amor y la muerte las dos más grandes preguntas de la existencia. Quizás el amor es el principio y la muerte es el final. Aunque cuando se ama, se ama para siempre y cuando se muere, es para siempre. La muerte es extraña, rara. No anuncia su llegada y es total. Así se parece al amor, cuando está en nosotros es total. Se ama con la carne, los huesos, la sombra y la luz. Nunca olvidaré la escena de Don Omar Quintana Baquerizo ante el féretro de Diana, su amada hija, en aquel momento cruel. Todas las preguntas y el reclamo ahí; el dolor, lo inexplicable, la realidad que nadie quiere vivir. Me impresionó.
Vi a un hombre adolorido, con todo el dolor del planeta, pero también vi a un hombre frente al amor, a su amor, a su querer. Este texto no es sobre el dolor, se trata del amor, del más grande y extraordinario amor, al que yo desperté cuando Don Omar lo vivió desde lo más profundo de su ser hasta el ser de su hija, Diana, quien con este amor inmortal vive para siempre.
Nadie sabe el porqué de las cosas. Sucedió, las cosas suceden. Ocurrió. Aquel día aciago el accidente apareció y se llevó a la hija entrañable, a la madre dedicada, a la amiga buena. El momento se llevó a la bondad y a la ternura. Hay momentos tristes que nadie entiende, que se llevan todos nuestros suspiros, que nos arrancan la piel.
Que mis palabras sean un homenaje a Diana Quintana Noboa, honrar su trayectoria, destacar que mientras permaneció entre nosotros sembró inspiración, sembró luz y ahora es inspiración y luz. Tus ojos vivaces, tu mirada de orquídea la recuerdo y la reconozco en todas las orquídeas que nacen cada día.
Querida Diana, estás en el amor. En el amor de tu padre, Don Omar, en el de tu Sra. Madre, Diana Noboa, tus hermanos, tus hijos, los pupilos de tu Academia. En cada nueva orquídea estás, en cada sonrisa de tus hijos, en todas las alegrías de tu familia, en cada amanecer que le canta a la vida, en la música de Tchaikovsky, eres la canción de Guayaquil, las aguas se elevan formando carnavales con tu nombre florido. Te llevó el amor. Reposas en el amor. Cada momento de armonía en nuestra la existencia es el regalo de tu recuerdo.
(Diana Quintana Noboa murió el 31 de Diciembre de 2005)
Felicito a Duglas Rangel, por estas palabras, donde se plasman una vez mas el amor entrañable de un PADRE A SU HIJA., y la desesperación interna de pensar que aquello no fuese realidad. Los que conocimos a Diana Quintana Noboa, sabíamos de su amor hacia todos los que le rodeaban, conocíamos de su increible dulzura hacía todos aquellos que ella apreciaba y amaba.
Conocímos en Diana, una mujer desinteresada, una mujer que se compadecía de aquellos que necesitaban, cuantas veces no la vimos hacer las canastas por el día de Navidad para entregarsela a sus trabajadores, cuantas veces no la vimos que al llegar de una competencia, la mayoría de las veces con una medalla para Ecuador, traer en sus maletas un objeto, aunque fuese pequeño, un llavero, un lapicero, una camisa, una corbata, juguetes etc. pero ella se recordaba de todos, cuan grato es haber conocido una mujer de esta extirpe, cuan orgullo siente uno en su interior al saber que platicamos con ella, que eramos para ella su amigo, su médico que trataba en todo momento de remediarle en algo aquellos dolores de cabeza ocasionado, por su migraña, me sentí muy mal al conocer de su desaparición física, al ver en la realidad que se había ido, quien sabe donde, pero yo diría que si en nuestro fuero interno existe la creencia que desde pequeño nos han inculcado, Diana esta allí con los Angeles, viendo y guiando a sus hijos y queriendo y amando a sus Padres y hermanos. GRACIAS DIANITA POR HABERTE CONOCIDO., FUE LO MAS MARAVILLOSO QUE ME HA OCURRIDO EN LA VIDA. TE QUISIMOS Y TE SEGUIREMOS QUERIENDO.
bello!!!! conocí a nuestra gran Diana Quintana, mujer simbolo de madre, amistad, temple. mujer fuerte. este texto lo estoy reenviando a mis contactos. lo felicito por recordarnos a una buena mujer que nos dejó amor. Gracias
Una amiga me envió estas palabras que me sorprendieron gratamente. Desde hace muchos años conozco a Don Omar Quintana, el caballero del deporte y comparto estas palabras que están escritas por el Sr. Duglas Rangel. También perdí a mi padre y sé lo que es el dolor y el sufrimiento por la perdida irreparable. El autor está narrando mi propia experiencia ante la fuerza de lo que no puedo cambiar. Dianita está en el cielo. Nos ilumina y nos bendice.
Ab. Yesenea Cedeño
Diana, hoy se cumple un año más de tu ausencia. Recuerdo la grata y sutil persona que eras. Tus temas de conversación eran interesantes y nos hacías reír. Estaré siempre agradecida porque gracias a ti tuve la oportunidad de laborar en una de tus empresas. También agradezco a tu señor padre don Omar Quintana por haberme dado la oportunidad de haber laborado con él hace muchos años atrás cuando sus oficinas quedaban en el centro de la ciudad, calle Junin. Un abrazo a todos.
La conoci, muy bella y sencilla. Fue un dia que lleve a nadar a la piscina a mis dos hijas pequenias; estaba ahi mirandolas, conversamos de cosas triviales, no sabia de verdad quien era despues me lo dijeron. Supe que esa era su Academia de nadadores.
Despues me entere que habia fallecido. Yo estaba haciendo en el 2005 las maletas para viajar para siempre con mis dos hijas a Houston Tx.
Q.P..D
Dios en su infinita misericordia, conoce el enigma que tenemos cada ser humano. Conocí a Don Omar, Doña Diana Noboa, y sus 3 maravillosas hijas, de las cuales fui profesor particular de una de ellas De la menor Olguita.
Diana Quintana, una deportista de élite, desde muy joven trabajaba con su papá en las oficinas que quedan a lado del Edificio Gran Pasaje, muy talentosa, cerebral, Una gran madre con valores y compromiso hacia su familia y la sociedad. Que Dios la tenga en su regazo.